El pasado fin de semana dio dado comienzo la competición liguera, donde destaca la derrota del FC Barcelona. Eso sí, en un campo de los denominados complicados  como es el de San Mamés, y  frente a un Athletic club de Bilbao, física y tácticamente superior.

La temporada para este nuevo Barça, con los fichajes de Frenkie de Jong y Antoine Griezmann de titulares, y con una media donde se ubicaban Carles Aleñá y Sergi Roberto (cediendo su sitio en el lateral a Nelson Semedo) en detrimento de Sergio Busquets e Iván Rakitic -el cual entraría en el descanso- ha empezado como acabó la temporada pasada: con un juego plano y sin ideas, un juego que el rival leyó magníficamente, y que salió con un planteamiento soberbio.

Desde la debacle en Roma (cierto es que el equipo no llego en su mejor momento físico) se ha debatido la figura de Ernesto Valverde como entrenador del primer equipo culé, por sus planteamientos estériles, y por la dependencia más que evidente en torno a la figura de Lionel Messi.

El citado partido en Roma dejó claro que Paulinho debió ser titular (estaba en un momento de forma espectacular y fino de cara a puerta) y que con Dembelé, en punta de ataque y jugando al espacio, el Barça habría tenido muchas más opciones de pasar la eliminatoria.

Pero si hay partido negro en la retina del aficionado del Barça es la noche de Anfield, una debacle histórica. No hace falta hacer más sangre, todo el mundo sabe lo que pasó y sus tremendas consecuencias para una plantilla a la cual se le ha exigido siempre ganar todas las competiciones posibles, algo que es tremendamente complicado.

Es muy fácil hablar a toro pasado, pero la imagen de los últimos encuentros no corresponde a unos buenos planteamientos, tanto en la final de la Copa del Rey, donde el mejor jugador del partido fue Malcolm, hoy en las filas del Zenit de San Petersburgo, como en el partido del pasado sábado, donde el mejor fue Rafinha, saliendo desde el banquillo, y con el cartel de transferible.

El Barça debe de recuperar esa frescura a la hora de presionar arriba, ese centro del campo donde lo que más corre es el balón, y sobretodo, ese ADN que instauró el mítico Johan Cruyff.

Aún hay tiempo, recordemos como se inició la primera temporada de Guardiola, con derrota en Los Pajaritos contra el Numancia, y con un empate en el Camp Nou en la segunda jornada. Y el resto ya es historia.

José Luís Conde

Colaborador

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