El FC Barcelona afrontaba esta atípica jornada de viernes, tal vez, con la mente en el próximo martes; el 12 de marzo es una fecha que muchos culés tendrán marcada en el calendario. Sin embargo, un Mallorca que está de dulce, tras clasificarse a la final de la Copa del Rey y vencer al Girona en casa, no dejaría a los de Xavi Hernández ninguna opción para relajarse.

El cuadro azulgrana afrontaba esta semana con la enfermería llena tras las tan dolorosas, como inoportunas, lesiones de Pedri y Frenkie de Jong en San Mamés. Por si fuera poco, Lewandowski, Oriol Romeu, Christensen y Cancelo acumulan 4 tarjetas amarillas, por lo que, de haber sido amonestados cualquiera de estos, hubiera supuesto la imposibilidad de jugar el próximo encuentro, ante el Atlético de Madrid.

El delantero polaco, que recibía en los prolegómenos el galardón que lo acreditaba como el mejor jugador del mes de febrero de LaLiga, empezaba como suplente, dando la oportunidad al disruptivo Marc Guiu, en su primera titularidad en la competición doméstica. João Félix se ha ido al banquillo con una gran pitada por parte de la afición, Pau Cubarsí sigue haciendo lo que quiere y Raphinha se suma a la lista de lesionados… y Lamine, ¡ay! Lamine, tiene a todos a sus pies, ¡QUÉ GOLAZO!

LAMINE TIRA DEL CARRO

¡Qué (bendito) problema tiene Xavi! Un chaval de 16 años, con una dosificación de minutos excelentes, aprovecha la lesión de Raphinha del pasado mes de enero y vuelve a demostrar que tiene el juego, el peligro y a la afición y a los rivales, a sus pies. El extremo ha vuelto a hacer esa jugada que él, y el resto, sabemos de memoria.

Recibe el balón en la banda derecha, a pierna cambiada, y en ese instante entre que hace el control y cae el balón al suelo, todos saben qué va a hacer. Con un ligero movimiento, se coloca el balón a la perfección, arma su zurda, el balón sale disparado, tan disparado como la velocidad a la que cae, y deja al meta serbio de piedra a la vez que el balón abraza la red de la portería, y el estadio recupera la euforia. Mejor dicho, Lamine ha devuelto la euforia al estadio. El Lluís Companys gritaba a esa obra de arte en el 73′.

Veinte minutos antes, había hecho la misma. Es esa jugada que todos saben que hará, pero que cuando la hace, nadie es capaz de pararla. La primera se estrelló contra el larguero, la segunda, ya no.

Lamine Yamal se ha echado el Barça a las espaldas, es una realidad. Y su gol, perdón, su golazo, supone 3 puntos que siguen alentando una esperanza por pelear la Liga, porque todos los de arriba están perdonando, incluso nosotros.

SUFRIR SIN PELIGRO

El Barça marchó al túnel de vestuarios después de una primera mitad soporífera, en cuanto a la efectividad. El Mallorca hizo el planteamiento de siempre. Los de Javier Aguirre plantearon el partido con un bloque bajo manifestado en esa defensa de 5, sabiendo aguantar las oleadas azulgranas y saliendo al contraataque, especialmente por las bandas, donde centran a los grandes Muriqi y Larin, intentando aprovechar cualquier rechace en el área.

Los primeros 45′ han sido dirigidos por Gündogan, el alemán ha sido el encargado de llevar la batuta, abriendo el balón de izquierda a derecha y rompiendo línea a base de jugadas de conducción y pases a la espalda de la zaga vermellona. Como premio a su gran puesta en escena, se dispuso a patear el penalti cometido sobre Raphinha, pero cuando parecía que, por fin, se iba a abrir el marcador, el centrocampista ejecutó un disparo impropio de él, prácticamente a las manos de Rajkovic, enmudeciendo al Olímpic.

UNO MÁS EN LA ENFERMERÍA

Raphinha se ha sumado a la lista de lesionados, o como mínimo, tocados. Hace menos de una semana se tuvo que decir hasta luego a De Jong y a Pedri, dos de los pilares de la medular culé, en apenas veinte minutos, en Bilbao. Cuando corría el 20′, el brasileño se iba en carrera hacia el área malloquina, solo, cuando Copete le pisó el tobillo al atravesar la línea de cal. El colegiado no vio ninguna acción punible, pero el extremo permanecía tirado en el césped con claros gestos de dolor.

Unos minutos más tarde, el VAR entró en acción para decirle a Iglesias Villanueva que acudiera al monitor, había penalti. Gündogan lo erraría, lanzando un disparo muy lejos del nivel que tiene el alemán a balón parado, y en general. El ex del Leeds aguantó el golpe y siguió jugando, se turnaba la banda con Lamine Yamal y logró aguantar un cuarto de hora más y tuvo que abandonar.

Efectivos justos para Nápoles.

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