La Sexta Champions no podrá levantarse en 2024. La ilusión del barcelonismo era enorme, y la esperanza de disputar la final en Wembley suponía un aliciente espectacular. Todo lo que podía salir mal, salió peor, y el Barça se despide de la máxima competición continental con impotencia y rabia. Nunca sabremos que hubiera pasado si Ronald Araujo no hubiera visto la tarjeta roja, pero es complicado pensar que el resultado final hubiera sido este 1-4,

El inicio de partido fue similar al de París. El PSG salió a mandar, mientras el Barça prefería ser algo más conservador. Con una presión bien organizada, los visitantes mantenían a los azulgranas en su propia mitad de campo. Entonces apareció Lamine Yamal, rebelde sea quien sea el rival, para poner Montjuic patas arriba.

Pero esto es la Champions. Y nadie dijo que esto sería fácil. Es una competición que te lleva al límite emocional, que genera un sufrimiento único y que puede cambiar dinámicas en un chasquido. Y Ronald Araújo personificó esta última premisa. Su expulsión, discutida, supuso un jarro de agua helada para el Barça. La alegría se difuminó, y la ilusión y el optimismo dejaron paso a unos nervios y tensión difíciles de gestionar. Lamine fue el damnificado, e Iñigo Martínez saltó al campo.

Tuvo que ser Ousmane Dembélé quién pusiera las tablas en el marcador. Pitado hasta la extenuación e insultado cada vez que tocaba el balón, anotó el empate tras rematar un centro que se paseó por el área azulgrana. El miércoles pasado llegó al choque de ida de cuartos de final con un solo gol en toda la temporada. Y en 2 partidos contra sus antiguos compañeros ya ha superado sus propias cifras. La ley del ex siempre está al acecho y, en esta eliminatoria, ha irrumpido en su máximo esplendor.

El Barça necesitaba el descanso como el comer. Sin embargo, nada cambió, y el Barça salió incluso mejor. El PSG llegaba y se acercaba con constancia, y tanto va el cántaro a la fuente que se rompe. Vitinha, totalmente solo en la frontal, tuvo todo el tiempo del mundo para prepararse el disparo y poner el 2-1. Poco después, Joao Cancelo derribó a Dembélé en el área cuando el francés estaba de espaldas a la portería. Mbappé no perdonó desde los 11 metros para darle la vuelta a la eliminatoria.

El Barça lo intentó. Gundogan mandó un balón al palo y Lewandowski se quedo cerca del gol tras un fuerte zurdazo. Todo y estar con uno menos, el equipo no bajó los brazos. Incluso hubo un posible penalti al ex del City que el VAR no revisó. Y cuando el descuento ya asomaba y más volcado estaban los jugadores culés, Mbappé aprovechó el tercer rechace para sentenciar el duelo.

La Champions se decide por detalles, y todos se han producido en contra del Barça. Esa copa tan linda y deseada, como espetó Leo Messi, tendrá que esperar un año más para volver a las vitrinas del museo blaugrana.

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