En la semana de Carnaval, Lamine, como cualquier otro chaval de 16 años que quiere divertirse, se puso el disfraz. Lamine se ha disfrazado de héroe en el césped del Lluís Companys, con sus 2 goles ha salvado al Barça de un partido el cual no se debería haber sufrido.

Unas semanas atrás, tras el pinchazo en Copa y el doloroso 3-5 ante el Villarreal, parecía que el Barça tendría que luchar por no caer de la cuarta posición de la tabla. Lo que no se pensaba, quizá, desde el pesimismo que nos caracteriza, es que el resto de equipos de la liga también juegan, y pierden.

Hace una semana, Girona y Real Madrid empataron en sus respectivos partidos, mientras que los de Xavi vencían a Osasuna y a Alavés y, de repente, la Liga volvía a estar abierta, difícil, pero volviendo a tener opciones. A seis del Girona, a ocho del eterno rival. La revelación de la Liga y los merengues se enfrentaban ayer en un partido que, fuera cual fuera el resultado, el Barça ganaba, un contundente 4-0 de los merengues a un Girona tocado por las sanciones dejaba a los azulgranas tocando la segunda posición con la punta de los dedos.

Los culés comenzaban el encuentro con el retorno de Marc-André Ter Stegen bajo palos, aunque más errático de lo habitual en la salida de balón, que ha podido costar un susto. Pau Cubarsí, una de las sorpresas agradables para Xavi y para la afición, sumaba hoy su tercera titularidad consecutiva, con tan solo 17 años. A pocos meses de hacer los 17 también, Lamine Yamal, la ilusión del barcelonismo que en el 14′ abrió la lata con un exquisito centro de João Cancelo. El primer tiempo, tranquilo pese al temprano gol de los locales, parecía no dar mucho de sí, pero, Ricard Sánchez aparecería a escasos minutos de cantar el final del primer tiempo para empatar el encuentro y devolvernos nuestra realidad futbolística. Donde ha sobrado la tranquilidad, ha faltado la contundencia.

Comenzó la segunda mitad en busca de una reacción más que necesaria, pues los de Xavi ya han encajado al menos un gol en 25 partidos oficiales en lo que llevamos de temporada. Lewandowski tendría la primera, aunque fallaría una vez más. Pellistri, el recién llegado al Granada, recibía un balón al espacio que lo dejaría solo ante Ter Stegen, que detuvo usando el cuerpo. La reacción seguía sin llegar, y el Granada, que apretaba en cada contraataque, aprovecharía un despeje mejorable de Cubarsí para adelantarse en el marcador, autoría de Pellistri, aunque el joven es al último a quien cargar la responsabilidad.

El Barça necesitaba verse en el hoyo para despertar, tras la debacle contra el Villarreal no se podía perder en casa, ante casi 42.000 personas, ante el penúltimo de la Liga, y con una ocasión inmejorable para acercarse al Girona. Por eso, la conexión Gündogan-Lewandowski se activó en el mejor momento posible, el alemán filtraba de nuevo para Robert, que tras varios fallos, empataba. La alegría volvía, pero Can Barça es una montaña rusa en lo emocional y en lo futbolístico; después del subidón, volvió al bajón tras el 2-3 obra de Miquel.

Entraron Fermín, que con el retorno de los pesos pesados ha ido perdiendo minutos, y Raphinha, que ha vuelto de su lesión. A 15 minutos del final, tal vez ha sido un poco tarde para buscar frescura. Y la montaña rusa volvió a subir, capitaneada por Lamine, que empataría tras robar un balón que se daba por perdido. Mientras los jugadores miraban al árbitro, confirmando que Lamine no había hecho falta en la recuperación, el marroquí pateaba y clavaba el balón a la izquierda del meta.

Algo pasa, está claro. El talento individual ha salvado los mueblen en ocasiones, pero lo colectivo deja mucho que desear, da igual el rival. Se pierden puntos, se ganan más dudas, si es que se puede. En conclusión, mucho Gündogan, mucho Lamine Yamal, pero en general, muy poco Barça.

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