Hace unas fechas asistimos a un lance entre dos jugadores del Real Madrid en un entrenamiento, que me hizo reflexionar: En una pelota dividida, un novato entra de forma inapropiada a un compañero y llega a rozarle la cara provocando una airada respuesta por parte del veterano. No habría más noticia si los protagonistas no fueran Sergio Ramos, capitan y bandera del madridismo actual, y Reguilón, perteneciente al Real Madrid Castilla. Se espera de un veterano que sepa sujetar sus impulsos, y más todavía en un entrenamiento, pero el andaluz no optó por ése camino, sino más bien al contrario: reaccionó soltando un pelotazo al novel, que se disculpó de inmediato, probablemente sabedor de su imprudencia.

Lo peor vino instantes después cuando Ramos, visiblemente enojado, vuelve a lanzarle un balonazo al canterano, con claro afán de revancha y humillación al más débil, que me recordó a la conducta típica del “abusón” del cole, aquel niño que por tener un desarrollo físico más apresurado, atemorizaba a todo aquel que no se plegaba a sus deseos, con represalias físicas o con acoso verbal, conociendo la distinta influencia que uno y otro tenían sobre el colectivo. Actualmente el central de Camas es el capitán y estandarte merengue y en mi retorcida mente se me ocurrió compararlo con el capitán azulgrana, un tal Lionel Messi (casi nadie al aparato).

Luego de visualizar mentalmente la diferencia de estilos del español y del argentino, me detuve en la colección de gestas individuales y colectivas del rosarino (títulos, goles, asistencias, hat-tricks, hitos acompañados de una conducta intachable sobre el césped) ante ésa abrumadora realidad el exsevillista, oponía carácter ganador y goles vitales que habían servido para levantar varias Champions a su equipo, (gran aportación personal), contrarrestada por su récord negativo como jugador más amonestado y expulsado en la Historia de la Liga Española. Creo que la diferencia es categórica y me conduce a revisar cuáles son los referentes de ambos clubes en las últimas décadas, quienes han contribuido a forjar leyenda en cada grada: El resultado no puede ser más dispar.

En la grada blanca los referentes más coreados son Juanito y Camacho. Hagamos memoria: Juanito fue un extremo de innegable habilidad y volcánica personalidad, en sus numerosas tardes de gloria balompédica dejó a partes iguales olés de su afición y enemigos en las filas contrarias; fue triste protagonista de imágenes como los pisotones en espalda y rostro a Lothar Matthaus o el botellazo que recibió en Belgrado, en un partido de aúpa, tras ser sustituido y mientras hacía gestos despectivos al público yugoslavo, justicia poética pensarán algunos. No es menor el historial de Camacho, un lateral de raza que en una época de permisividad arbitral campaba libremente por los campos patrios repartiendo de todo menos estampitas. Aconsejo visualizar sus “caricias” a las figuras rivales con la intención meridiana de, siendo bien pensados, intimidarlos; siendo mal pensados sacarlos en camilla, Cruyff y Maradona fueron dos receptores de sus exhibiciones. Ambos jugadores responden al arquetipo de la furia, de la raza y de la lucha hasta el último aliento.

Por el bando azulgrana, los capitanes más respetados de las últimas décadas son Xavi Hernández y Carles Puyol; el de Terrassa ha sido uno de los mejores centrocampistas del fútbol español y pieza angular sobre la que se construyó el mejor equipo de la Historia (el Barça de Pep) y la edad dorada de la selección española  con éxitos inimaginables hasta entonces; su característica forma de conducir, apoyar y proteger ha creado marca. Vive ahora un retiro dorado en un país con más petrodólares que afición balompédica. A Carles Puyol: El “gran capitán“, no se le conoce un mal gesto a propios o a extraños y a pesar de ser defensor, jamás destacó por emplearse con violencia o malas artes, muy al contrario, son numerosas las ocasiones donde enseñó un Fair play incuestionable. Es también ejemplo de casta y pundonor pero sin malos modos.

Todo en esta vida está repleto de matices, no existen blancos o negros puros sino una enorme paleta de grises claros u oscuros, pero en este caso creo firmemente que estamos ante la prueba palpable de dos modelos de conducta muy distintos, casi antagónicos, y ante la querencia de la afición por ser representados en dos modelos contrarios de entender el fútbol y el deporte.

Ramiro Ruibal

Colaborador

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