Ayer, lunes de “Deadline Day”, a última hora del mercado, Rafinha Alcántara puso fin a su vinculación con el Fútbol Club Barcelona para firmar por el Paris Saint-Germain. El jugador quiso quedarse en todo momento y así marcharse gratis en 2021, pero la oferta del club parisino a escasas horas del cierre de mercado convenció al brasileño. Desde las oficinas del Camp Nou se vio que ningún club podía acercarse a los 16 millones de la cláusula del jugador y se prefirió venderlo antes de que pudiera marcharse a coste cero el próximo verano. Firma con el conjunto francés por tres años de contrato, el Barça recibe por él unos 3 millones de euros en variables y se reserva un 35% de beneficio por un futuro traspaso.
Se habló de algunos clubes interesados en la Serie A pero ninguno hizo apenas esfuerzos por ficharlo. El Celta, club en el que estuvo cedido la temporada pasada y también en el curso 2013-14 (a las órdenes de Luis Enrique), estuvo siempre pendiente de repescarlo, pero a su vez muy lejos de las pretensiones económicas que suponía el pago de la cláusula y el sueldo elevado del futbolista brasileño.
Rafinha, que debutó en noviembre de 2011 con el primer equipo azulgrana de la mano de Pep Guardiola, dice adiós al club que lo vio crecer desde que llegó a la Masía siendo un niño de 13 años. 14 años más tarde, se marcha siendo un futbolista de primer nivel, aunque maltratado por las lesiones, con un palmarés más que solvente: 1 Liga de Campeones, 3 Ligas, 5 Copas del Rey, 5 Supercopas de España y 1 Supercopa de Europa.
137 fueron los partidos que Rafinha se perdió con el Barça por las lesiones que lo castigaron todos estos años. El calvario que empezó en 2015 con aquella rotura del ligamento cruzado y se repitió tres años más tarde, entre otras muchas, condenaron al brasileño al ostracismo. Nunca tuvo la continuidad que prometían sus cualidades y su potencial, y siempre dio la sensación de rendir a medio gas por las contínuas molestias que sufría y el miedo a recaer en una nueva lesión de gravedad.
Ahora pone punto y final a su carrera en Can Barça para recalar en el conjunto de Thomas Tuchel, que siempre fue un fiel admirador del fútbol total del brasileño y se decidió ayer a firmar a contrarreloj al futbolista culé para reforzar su plantilla de “cracks”. Rafinha, por su parte, tratará de encontrar cabida en el concurrido esquema del 4-2-2-2 del PSG en un vestuario lleno de futbolistas de élite. Se reencontrará con su amigo Neymar, con quien en Barcelona mantuvo una estrecha relación de amistad que tratará de trasladar ahora al Parque de los Príncipes con buen fútbol y nuevas metas de vuelta a un proyecto acorde a su nivel.
Iker Lloveras
Colaborador
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