El primer partido del año para ambos equipos se jugaba en el feudo azulgrana. Un feudo, que no cesa. Que no baja la cabeza frente las adversidades. Un feudo que, con su canto unísono confecciona un ambiente que hace que la afición, sea un jugador más. Y hoy, tanto jugadores cómo culers, sabían que era necesaria su ayuda para ganar a la potencia europea, a la locomotora de la euroliga, que arroya equipo que se cruza en sus planes. El Real Madrid se enfrentaba al Barcelona en la decimoctava jornada de la liga europea de baloncesto. Para el Madrid, un clásico más. Para el Barça, una de sus últimas balas.

El partido comenzó sin sonido en el Palau. En cualquier pabellón del planeta, el mero hecho de no escuchar el himno o el mismo speaker es un motivo para que el ambiente apacigüe. Menos en el Palau Blaugrana. Los dracs tomaron la delantera para liderar la mejor entrada de la temporada, y el récord de facturación de la sección en un partido, que empezó loco. Todo perfectamente descontrolado; posesiones cortas dónde los blancos se aprovecharon desde línea de tres, dónde Musa metió 12 puntos y un tiro libre en siete minutos, actuaciones arbitrales más que discutidas, cómo la técnica a Roger Grimau, y las buenas jugadas individuales de Jabari Parker, que con el balón en sus manos se generaron ocasiones y tiros abiertos. Tras las últimas buenas ofensivas de los azulgrana propulsadas por la afición local y Willy Hernángomez, el Barça recortó distancias en el marcador, estando así tan sólo cuatro abajo. (21-25).

Los segundos diez minutos, con ya la vuelta de la megafonía en los altavoces del Palau, siguieron la misma tónica de partido. El ritmo no disminuyó y el Barça optó por una protección especial defensiva en el poste para tapar al gran Eddy Tavares, dejando así espacios en línea de tres que aprovecharon los blancos en cada jugada. Pese a esto, la efectividad del Barça mejoró en este segundo cuarto. Jabari Parker seguía hilando buenas jugadas en ataque para mantener la diferencia en el luminoso. En la última jugada de partido, Campazzo, poco acertado, tira sin mirar el reloj pensando que la bocina avecinaba en ese instante, en lo que el Barcelona se aprovecha sacando el último triple, una mandarina de Darío Brizuela que va a dentro para irse al descanso a dos puntos de los vigentes campeones. (45-47)

El tercer cuarto fue decisivo para el partido. Tan solo botó el balón en el parqué que Kalinic anotó el triple decisivo para levantar el Palau. Con un ritmo altísimo, el cuarto prosiguió con las montañas rusas ofensivas. El partido estaba siendo un auténtico espectáculo. El marcador, igualadísimo, renunció a las ventajas y parciales, y se mantuvo en la mínima todo el partido. El porvenir era una intriga, y el presente un pozo de gozo baloncestístico para cualquier amante de la canasta. El Chacho y Hezonja tomaron la vitola de líderes de los blancos, mientras que Vesely y Kalinic anotaban puntos determinantes en un cuarto crucial. El encuentro dejaba un resultado que se decidiría en los últimos diez minutos. (60-62)

El desenlace del partido fue eufórico, magnífico para la afición culer. El aficionado del Palau depositó todas sus fuerzas en ser el sexto hombre. Y lo fue. Las gradas del pabellón culer provocaban sismos en la ciudad en cada acción ofensiva de los merengues. El club culer, magistral, supo responder a los suyos, con Vesely a un nivel altísimo, un estado de forma que dominó a los blancos con sus acciones en ambos lados de la pìsta. Pero el partido no había acabado. A falta de 5 minutos, Caseur anotó de tres en un tiro complicadísimo. Grimau paró el encuentro temiéndose lo peor. El último tramo provocó taquicardias a más de un socio culer pero, tras algún intento de parcial del Madrid, Laprovittola metió el triple decisivo a falta de un minuto y medio de partido, que irrompía en el Palau junto vítores y jolgorio. Tras posesiones insegnificantes que no alteraron el latido del resultado, el Barça cerró el partido cinco arriba. Los culers rompen la racha contra su eterno rival en un partido pletórico con su gente, los que más se lo merecen. (83-78)

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