Las fiestas de la Mercè son importantes en Barcelona. Son días de tradiciones, de espectáculos y actos en diferentes puntos de la Ciudad Condal. La magia de estos días, sin embargo, ha desembocado en el Estadi Lluís Companys, donde el Barça ha remontado un 0-2 en contra cuando todos parecía perdido. 

El cuadro azulgrana tuvo un inicio mucho más espeso respecto a los dos anteriores partidos frente a Betis y Amberes. El equipo no se encontraba ante un Celta ordenado en bloque medio, con las líneas muy juntas y dejando pocos espacios para que los jugadores azulgranas no pudieran recibir por dentro. Los visitantes, cómodos, le hacían daño al Barça combinando a pocos toques y saliendo al contragolpe. Así llegó el 0-1 de Larssen. João Félix estuvo cerca de anotar el empate poco después, pero el balón se marchó desviado. 

El Barça atacaba con parsimonia, desganado. Buscando siempre al compañero con balón al pie, no había movilidad ni nadie que atacara espacios o trazara desmarques de ruptura. Ferran, muy estático por derecha, no apareció; Marcos Alonso, hoy como lateral izquierdo titular, apenas intimidó en ataque y no sumó demasiados argumentos ofensivos para darle soluciones al atasco de su equipo; y los João’s no tuvieron demasiada influencia en el primer acto. La entrada de Gavi a la media hora por el magullado Frenkie le dió algo más de energía, pero el equipo seguía sin la claridad y la fluidez para hacer daño.

Benítez seguramente estaba viendo el partido que había soñado. Bloque sólido, equilibrado y viendo como los de Xavi encadenaban pasea horizontales, y esperar al error ajeno para castigar.

Xavi metió a Lamine y Araújo tras el descanso, lo que le dio a Cancelo más libertad para moverse y aparecer por donde quisiese. El Barça comenzó a embotellar al Celta en su área, y los ataques tenían mucho más ímpetu. Gundogan le regaló un balón de gol a Ferran que el valenciano no convirtió por muy poco.

Los de Benítez trazaron un contragolpe perfecto para el 0-2 cuando los azulgranas comenzaron a tirar de empuje para derrumbar el inquebrantable muro del Celta. En ese momento, el Barça mostró una entereza que, hace unos años, hubiera sido imposible de ver. Y la calidad individual que ha incorporado el equipo en verano hizo el resto. Lewandowski, criticado por su rendimiento post Mundial, fue quién finalizó las jugadas trenzadas por los João’s. Y Cancelo, crecido en el segundo tiempo, puso el 3-2 definitivo llegando al punto de penalti como un ariete clásico. Al final, la casta, el gen y la épica no son propiedad de un único equipo. 

Share This