Después de 53 días de espera, al fin se disputó, el que para muchos es el mejor partido de fútbol que se puede ver en el mundo. Quizá éste, no será precisamente el más recordado, a pesar de que sí contó con tensión, espectáculo, polémica y ocasiones, el empate a cero final nos dejó un sabor agridulce a los espectadores.
Un clásico extraño tanto por la situación en la que se jugaba, como por lo acontecido en el terreno de juego. Y es que, es complicado recordar un enfrentamiento entre los dos mejores equipos de la liga, en el que el Madrid tuviera tanto control y obligara al Barça en numerosas ocasiones a defenderse en su campo tanto tiempo, sin ni siquiera encontrar una salida fluida del balón tal y como nos tiene acostumbrados.
El equipo azulgrana nos tiene habituados a un dominio más claro en este tipo de partidos, sobre todo cuando juega en casa, aunque es cierto, que en los últimos años las visitas a la “Casa blanca” no han sido muy diferentes, desplegando allí un gran juego y dándoles algún que otro “baño”, y de los de verdad, no como en esta ocasión, que numerosos aficionados blancos se han apropiado de la palabra cuando ni siquiera lograron desbloquear el resultado inicial.
De todas formas, no hay que entender demasiado, para reconocer que el Madrid fue superior, acumulando jugadores en el medio del campo y quitándole el balón al equipo culé, partiéndolo claramente en dos y abriendo una brecha entre los mediocampistas y el tridente formado por Leo, Suárez y Griezmann.
Aun así, el resultado no se movió y el Barça logró salir del Clásico en lo alto de la clasificación. De lo cual, tuvo gran parte de culpa, Gerard Piqué. Y es que, poco se habla de la grandísima actuación del central, que parece que solo acapara las opiniones cuando éstas son negativas y crean polémica, tras sus declaraciones o sus negocios.
Lo cierto es que se hizo grande ante las acometidas del Real Madrid, sostuvo al equipo, despejó todos los balones aéreos en la primera mitad, llegó al corte por abajo, sacó a la defensa cuando el equipo se encontraba más ahogado e incluso salvó un gol en la mismísima línea que hubiera puesto las cosas aún más complicadas.
Días malos los tiene cualquier equipo, pero que en estos días, cuentes con un muro de contención como el que es Gerard, le ocurre a menos.
Al Cesar lo que es del Cesar, reconozcámosle y alabemos su gran actuación en el clásico y no opinemos solamente cuando la falsa duda de su profesionalidad revolotea sobre él.
Víctor Diosdado Hernández @victordisloke
Colaborador
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