El Johan Cruyff acogía una cita decisiva para el devenir del resto de temporada; asegurar plaza en el playoff de ascenso o luchar por el título. Con la mejor asistencia del curso (3.658 espectadores), los azulgrana llegaban al encuentro a tan solo un punto del liderato y que con una racha de once partidos sin conocer la derrota. Tras el triunfo agónico ante el Osasuna B (2-3), los culés se veían las caras que con su último verdugo: el CD Arenteiro.

Además lo hacían sin su lateral izquierdo titular, Gerard Martín, ni los futbolistas que ya son habituales con el primer equipo: Héctor Fort y Marc Guiu. Aún así, el técnico mexicano apostaba por un once de garantías: Marc Vidal, Casadó, Olmedo, Mbacke, Faye, Bernal, Moha, Unai, Naim, Pau Víctor y Percan.

Debido a la ausencia de Héctor Fort y de Gerard Martín, Mika Faye se desplazaba al lateral izquierdo y Marc Casadó se situaba en el flanco diestro para subir en situaciones de ataque e incrustarse en el centro del campo. De hecho, el capitán en cuanto el Barça era dueño del esférico, ocupaba el puesto de pivote para facilitar la salida de balón. Poco después de iniciar el choque, procedían malas noticias de La Coruña, y es que el Deportivo superaba al Unionistas de Salamanca…había que ganar o ganar.

A los diez minutos, Mika Faye congelaba el estadio antes del lanzamiento de un libre directo; el recuerdo viajaba a Navarra, pero su disparo, por encima del larguero. La grada se mostraba eufórica al cuarto de hora al grito de: “Que sí j…, que vamos a ascender”. Sin embargo, a los veinte minutos de juego, la batalla continuaba muy igualada, con un el filial del FC Barcelona dominador, pero sin inquietar excesivamente a los visitantes.

Dos minutos más tarde tenía lugar la ocasión más clara hasta el momento, gracias a una triangulación magnífica entre Moha, Naim y Mbacke, pero quedó desbaratada por un zaguero rival. El conjunto gallego parecía cómodo defendiendo en su campo campo, y yendo a presionar cuando los blaugrana cruzaban la divisoria. Sin embargo, en el minuto 37, verían como Olmedo sobrevolaba sus cabezas para rematar un gran centro de Unai desde el saque de esquina (1-0).

El tanto le dio alas a los azulgrana, que pudieron aumentar su ventaja unos instantes después, pero el poste impidió que Bernal anotara. Los de Ourense pedían a gritos que el colegiado señalara el camino a vestuarios. Por suerte para ellos, justo antes del descanso, un potente disparo de Moha se estrellaba contra el poste y el marcador no se movería en una primera parte con superioridad local.

El segundo tiempo comenzó con ambición por parte de los pupilos de Rafa Márquez; primero Percan se topó con un larguero que privaba otra vez al Barça Atlètic de otro gol. Poco después, un tiro de Naim acariciaba la madera y, en el 55′, el travesaño salvó a los culés cuando el partido tomaba un ritmo frenético. El extremo zurdo blaugrana estaba siendo desequilibrante y una pesadilla para el Arenteiro.

Pero el mal sueño llegaba a la hora de partido cuando los gallegos igualaban la contienda tras un córner; Manín ponía el 1-1 al aprovechar un rechace de Marc Vidal y empujaba el cuero a placer. El electrónico no hacía justicia a lo que se estaba viendo sobre el césped, pero el duelo se encontraba abierto. De hecho, el empate fue un soplo de aire fresco para el equipo de Javier Rey y Noah Darvich aparecía en escena.

El germano ingresaba en el terreno de juego en lugar de Percan y, prácticamente al instante, el Barça marcaba, pero lo haría en fuera de juego y el gol de Pau Víctor no subiría al casillero. El mismo ariete no podía creer como en el 75′ ésta vez el guardameta le blocaba una ocasión manifiesta. Los azulgrana acorralaban a su rival en su propia área, pero inexplicablemente el tanto no acababa de llegar.

A pocos minutos para el final, Márquez dio entrada a Pocho y Guillermo para sustituir a Moha y Naim. Se alcanzaba el tiempo extra y tan solo restaban seis para concluir. Los gallegos obviamente daban por bueno el resultado y se dedicaron a que el reloj corriera y a despejar balones, mientras esperaban el pitido final. El fatídico momento llegó y la cara de incredulidad entre los seguidores era notable. Se escapaban dos puntos vitales en la lucha por el título de una forma injusta e incomprensible.

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