El fútbol a veces tiene héroes inesperados. Jugadores que trabajan en la sombra, que tienen un papel secundario, pero que, de la nada, irrumpen para ponerse el traje, la capa y echarse a su equipo a las espaldas. Sergi Roberto, pitado por su afición durante meses y uno de los principales focos de las críticas en los malos momentos, emergió entre las tinieblas cuando el Barça más necesitaba a su capitán. Con su doblete, aunque estuvo cerca de conseguir un hat trick, devolvió a los azulgranas a la senda de la victoria.

Lo que se presuponía un partido plácido para recuperar sensaciones se convirtió en un escenario que reflejó todos los problemas del Barça este año: fútbol plano, lento y falta de contundencia en área rival. El Almería, último clasificado con apenas cinco puntos, llegó a Montjuic sin conocer todavía la victoria en lo que va de Liga, pero jugó sin complejos, con personalidad y miró al Barça a los ojos en los últimos minutos del primer tiempo tras defender con comodidad desde el pitido inicial.

Porque el Barça no incomodó en todo el primer acto. Más allá del gol de Raphinha y un paradón de Maximiliano a un remate de Lewandowski, los azulgranas se dedicaron a mover el balón de lado a lado y a acumular pases sin ninguna intención ofensiva. Fermín, titular junto a Roberto en la medular, se hartó a tirar desmarques que no fueron correspondidos. El capitán, por su parte, dio continuidad al juego con pases de seguridad y Gundogan no encontró socios cerca con quien progresar. Los atacantes no daban soluciones, y João Félix, sustituido al descanso, cuajó otro flojo encuentro con imprecisiones y malas decisiones. Desde que deslumbró ante su ex equipo no ha vuelto a brillar con la misma fuerza.

Leo Baptistao atrapó el empate en una acción revisada por el VAR y puso al Barça en apuros. La salida de Ferran tras la represa le dio otro aire al equipo con su agresividad y movilidad particular. Maximiliano le paró dos y le amargó la tarde a Lewandowski, incapaz de perforar la portería del meta visitante. El polaco saboreó el gol en multitud de ocasiones, pero solo pudo quedarse con la miel en los labios.

Pero este deporte, imprevisible, permite pasar del infierno a la gloria en un chasquido. Primero con un testarazo imponente, propio de un ariete clásico, y tras completar una ruptura al espacio con un toque sutil, Sergi Roberto alcanzó la gloria. El gol de Edgar metió el miedo en Montjuic tras un malentendido entre Iñaki Peña y Araujo, pero, por suerte de los culers, quedó en anécdota.

“Cuando las cosas van mal, toca levantarse y hacer todo lo posible para cambiarlo”, señaló Sergi Roberto hace unas temporadas en sus redes sociales. Y el capitán no hizo sino cumplir, literalmente, con sus palabras. Regalo inesperado de Navidad.

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