Tras una pretemporada con el Atlético donde no contó nada y un inicio de Liga sentado en el banquillo, João Félix aterrizó en Barcelona en las últimas horas de mercado. En verano declaró su amor al Barça en una entrevista a Fabrizio Romano, y sus palabras le allanaron el camino para llegar a un club necesitado de talento individual. Tras la tormenta llega la calma, y João lo personificó dejando su sello. Marcó, se subió a la valla y abrió los brazos para remarcar su presencia ante el equipo que lo desterró.

El Barça fluyó en el primer tiempo como hacía semanas que no lo hacía. Xavi, en primera instancia, repitió el once que se midió al Porto el miércoles. Pero Iñigo se cayó tras unas molestias y Koundé, central en Champions, ocupó el lateral derecho y demostró que su fútbol reluce más en un costado que en el eje de la zaga.

El fútbol es caprichoso y difícil de entender. Un equipo que hace pocos días parecía incapaz de superar una presión alta hoy flotaba por el campo con una armonía y un ritmo excelentes. Gundogan, Pedri y Frenkie se compenetraron como el aficionado culé siempre había soñado. Raphinha, sacrificado en la presión e incisivo con balón, causó estragos con su agresividad, sus diagonales de fuera hacia dentro y sus rupturas al espacio. Y Joao Félix, motivado como nunca, destapó el tarro de las esencias. Además, la conexión que está formando con Cancelo es muy interesante por un costado izquierdo carente de desequilibrio individual desde hace temporadas.

El Atlético solo podía perseguir sombras. El buen fútbol que lleva meses desplegando sucumbió a manos de un Barça que impuso su fútbol desde el pitido inicial. Simeone ajustó tras el descanso incorporando a Azpilicueta, Samu Lino y Correa para agitar a su equipo y mostrar otra cara, pero no surtió el efecto deseado.

Raphinha mandó un balón al palo y Lewandowski desaprovechó una amplia cantidad de ocasiones. El polaco fue de lo poco negativo por parte del Barça en otra noche sin puntería de cara a puerta. Se enfrentó a un Griezmann que ha sido su cara opuesta tras el Mundial, puesto que el francés empezó a carburar a partir de esas fechas mientras que el ex del Bayern bajó su rendimiento, pero hoy, estando errático, Lewandowski sumó más.

La grada, encendida con las decisiones dudosas de Sánchez Martínez, lanzó gritos de “libertad” cuando los miembros de seguridad se llevaron a un niño que saltó al césped, y se vino arriba cuando Araujo impidió que Griezmann se plantara solo ante Iñaki Peña. El portero culé, de nuevo héroe, voló para evitar el gol de Depay cuando el balón iba a la escuadra y tapó un chut de Correa en el descuento.

El Barça ganó y hoy, por fin, convenció.

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