“Dicen que nunca se rinde”. Esta frase del himno del Sevilla, tan característica y tan particular, suele reivindicar el coraje del club andaluz para luchar hasta el final. Sin embargo, el Barça ha sido quien se ha apoderado de este lema para alcanzar la victoria (1-0). La insistencia tuvo su recompensa.

El partido comenzó con el ambiente caldeado tras el comunicado del Sevilla, donde el club mostró “su total indignación y repulsa por las prácticas realizadas por los exdirigentes del FC Barcelona imputados por el caso Negreira” y decidió que ningún directivo se sentara en el palco de Montjuïc. Hubo cánticos contra la entidad sevillista por parte de la grada, pero los pitidos se centraban en Sergio Ramos cada vez que tocaba el balón.

El contexto de partido fue radicalmente opuesto al que se vivió frente al Celta hace seis días. El Sevilla, fiel al estilo de Mendilíbar, no se encerró atrás y exhibió un plan valiente y agresivo, mordiendo en la presión y con las líneas muy adelantadas. Xavi colocó un once muy ofensivo, ubicando a Raphinha por dentro, Gundogan de pivote y João Félix y Lamine en las alas acompañando a Lewandowski. Sin embargo, a pesar de gozar de muchos espacios para que los futbolistas más talentosos entre líneas pudieran brillar, el cuadro azulgrana no encontró la fluidez en el primer acto. João Félix estrelló un balón en el travesaño tras una gran jugada de Cancelo, y Fermín, que entró por Raphinha, con un control maravilloso en el punto de penalti, se quedó cerca de abrir el marcador.

El Sevilla no se arrugó y tuvo acercamientos claros a la portería de Ter Stegen. La solidez de la temporada del Barça atrás sigue sin aparecer, y los problemas del equipo a la hora de correr hacia atrás y ser un bloque equilibrado no terminan de resolverse. Tuvo que ser Gavi quien, con el escudo, sacara en la línea un balón que se colaba para dentro.

Salió más intenso el Barça tras pasar por vestuarios, con más fluidez y más claridad en ataque. Lewandowski pudo anotar, igual que Koundé, pero faltaba algo más de precisión y finura en el último gesto. El equipo, como ante el Celta, volcaba el juego por izquierda y Lamine casi nunca recibió balones. Es una dinámica que se viene repitiendo y que no beneficia a nadie, puesto que el Barça pierde las virtudes del canterano, y Yamal está algo más desconectado. La primera vez que intervino en la segunda mitad mandó el balón al lateral de la red.

Rakitic pudo completar la ley del ex, pero su cabezazo salió fuera por poco. Fue la única ocasión de los visitantes en la segunda mitad, poco antes de que Ramos anotara en propia el único gol del encuentro. Ferran, recién incorporado, puso un centro al segundo palo para la llegada de Lamine que, tras rematar de primeras, el balón entró llorando en la portería de Nyland tras tocar en el excentral del Real Madrid. Antes del partido corrió por redes una imagen del camero con Yamal, cogido de la mano, antes de saltar al césped Camp Nou para disputar un clásico. El destino los ha querido cruzar de nuevo para que ambos sean los protagonistas del gol que le da los tres puntos al Barça para ponerse, aunque de forma momentánea, líder de la Liga.

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