Querido Ousmane Dembélé:

–No, querido tampoco, voy de nuevo.–

Estimado Ousmane Dembélé:

–¿Estimado? Mmm, a ver, otra vez.–

ATN. Ousmane Dembélé:

Hace unos días, en la transmisión del FC Barcelona vs Betis, recordamos, –con mucho humor debo decir– que en algún momento, fuiste jugador del Barça. 

“Dembe-¿quién?”, se escuchaba en la transmisión, y sí, es horrible que como jugador de fútbol seas tan intrascendente y tan olvidable para una institución que es capaz de catapultar a los futbolistas a la primera línea mundial. 

¿Recuerdas nombres como Ronaldinho, Rivaldo, Messi, Xavi o Iniesta? Jugadores llenos de talento en sus botas que el Barça puso en las portadas de los diarios deportivos durante años. 

¿Por qué dejaste pasar esa oportunidad? 

¿Lo vale amanecerte jugando videojuegos? ¿Romper una dieta que te haría mejor delantero con comida chatarra es más importante? La respuesta sin duda solo la tienes tú, pero durante mucho tiempo pasó por mi cabeza.

Quiero contarte una anécdota de mi adolescencia. Yo jugaba fútbol más tiempo del que no jugaba, y en esos tiempos, coincidí con un tipo que era impresionante con el balón en los pies. Un niño de 14 que medía casi 1.90. Defensa. Técnica exquisita. Velocidad. Gol. Mucha categoría. Todos los que jugábamos con él pensábamos que la rompería y que algún día lo veríamos debutar en un equipo profesional. Años después lo volví a ver. Cabello desaliñado, panza “de chelero”, –acá hacemos referencia a esa pancita que se te hace cuando abusas de la cerveza–. Y solo el recuerdo de aquel jugadorazo que pintaba maneras. Aún estás a tiempo de no ser ese jugador.

Por lo pronto, hoy quiero decirte:

Gracias. Porque el técnico tenía tanta fe en ti que probablemente le estarías quitando el sitio a futbolistas que tienen muchas ganas. Esas ganas que pocas veces mostraste.

Gracias. Porque el equipo está lleno de gente joven que necesita encontrar una referencia que le impacte de manera positiva en un futuro, y esa figura, seamos honestos, no eres tú.

Gracias. Porque verte jugar me generaba una frustración espantosa. Recuerdo esos desbordes y recortes maravillosos que acababan con el balón atorado en tus pies.

Y, sobre todo, gracias, porque con tu salida tenemos a Lamine Yamal, a Raphinha o al mismo Ferrán peleando deportivamente por ese sitio que solías ocupar en la cancha con ganas de comerse el mundo.

En conclusión, solo te deseo lo mejor, pero agradezco que hayas decidido emprender el vuelo al PSG, equipo por cierto, non grato para el barcelonismo. Lo de Neymar me dolió, lo tuyo debo confesar que me sacó una sonrisita de travesura en el rostro.

Nos leemos en la próxima.

@soyalexluna

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