Victoria culer en el primer partido de Liga ACB ante un digno Joventut de Badalona. Debut de los fichajes y del entrenador, despejando algunas, aunque pocas, dudas de una parte de la afición superando su primer examen. ¿Conseguirá el Barça seguir esta tónica positiva durante el resto de la temporada?

Después de un largo verano sin baloncesto, se reabrían hoy las puertas del temido fortín culer. Eso sí, completamente renovado, nuevo. Las recientes incorporaciones, que suplían las múltiples bajas que se han dado este mercado estival, alimentaban el hambre de baloncesto que se respiraba en el Palau para recibir al eterno rival, el Joventut de Badalona. Ese asombro de contemplar el brillante del parqué, junto al olor de las explosivas palomitas y el imprescindible cantar de los más que reputados “Dracs” se podía comparar al de un niño que vuelve al instituto, ansioso de conocer sus nuevos compañeros y maestros, además de conocer como se depara el curso. Esa sensación era la compartida entre los aficionados del Barcelona, atentísimos a la carta de presentación de la transformada plantilla local, y su nuevo profesor, del cuál hay pocas referencias y muchas dudas.

El ya famoso juego rápido del cuál se quiere caracterizar el equipo culer reinó en los primeros minutos de partido. El ritmo fue intenso, y ambos equipos regalaron un intercambio ofensivo interesante para los amantes de la puntuación, con un 10-9 en el minuto 5. Satoransky y Parra de blaugrana, Andrews de verdiblanco, fueron los prototipos ofensivos del primer cuarto, que terminó con un abultado 22-20, dónde las defensas brillaron por su ausencia. Aún así, en el segundo tiempo, los de la ciudad condal cambiaron la tónica del partido al dejar de banda el vehemente intercambio de canastas, y propusieron un juego poco más calmado que el de los primeros 10 minutos. Con los aciertos del capitán Abrines y Kalinic, consiguieron una ventaja de 9 puntos durante los últimos minutos de cuarto que rompió con un astuto triple el dominicano Andrés Feliz. Brodziansky remató los segundos diez minutos con una última canasta en la pintura para acercarse en el marcador antes del descanso (44-40). Entre todas estas acciones, Onuaku deleitó al Palau con su carismática aunque estrambótica mecánica de cuchara desde el tiro libre, más digna de un niño de cuatro años que de un ex-NBA. Aún así, su porcentaje, envidiable, fue del 100%.

El descanso le fue bien a los locales, que salieron con un parcial de 6-0 para abrir el cuarto. Aún así, los de Badalona, minuto por minuto con un juego más calmado, se fueron acercando a los culers de la mano de Brodziansky y Vives, hasta conseguir mantener una distancia de 5 abajo durante la mayoría del tercer tiempo. En los últimos dos minutos, el partido se fue bravo, y los azulgranas, con triples de los recién llegados Willy y Brizuela, que mandaron el partido 9 arriba a falta de los últimos 10 minutos. (68-57)

El último cuarto fue un festín para el Barça. Los de Badalona, que ya no oponían apenas resistencia, dieron el partido por perdido, y los de Roger Grimau, que ya habían dejado muy enderezado el partido en los últimos minutos del tercer cuarto, supieron aprovecharlo y dieron gozo al casi lleno Palau, que disfrutó de los movimientos ofensivos de Laprovittola, Abrines o Willy. Aunque hubo alguna pequeña amenaza de Feliz y Onuaku de parte de los visitantes, los asistentes a la casa blaugrana ya se sentían ganadores a falta de 5 minutos de partido. Un buen arranque de los culers, pese algún altibajo en tramos de partido. Aunque falta chup-chup, la propuesta de Grimau es rápida y divertida, aunque atrevida y carece de pizarra en algunos momentos donde el partido te la pide. Aún así, el entrenador catalán ha superado su primer examen. (95-79)

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