El fútbol, al fin y al cabo, es de los jugadores. Sumar buenos futbolistas te acerca al título y, si además están con la flechita para arriba como João Félix, el césped se convierte en un escaparate para disfrutar de los mejores trucos de magia. El portugués anotó el primer tanto, le regaló el segundo a Lewandowski y puso la manita en partido que quedó sentenciado antes de llegar al minuto 20.
Xavi salió con todo. Pasar la fase de grupos es una obligación tras dos temporadas cayendo en la primera fase, y relajarse no está permitido, sea quien sea el rival. Frenkie actuó como pivote único, acompañado de Gundogan y Gavi en los interiores, y el andaluz demostró de nuevo que jugar de centrocampista le permite brillar y sacar a relucir todo su potencial con balón. Cancelo, en su tercer partido como azulgrana, juega como si llevara años en Barcelona, moviéndose a sus anchas y dejando el rol de lateral como un punto de partida para desplegar todo su fútbol y Raphinha, tras un inicio de curso algo extraño entre sanciones y suplencias, sigue reivindicándose con actitud y buen juego.
La superioridad del cuadro azulgrana se palpó desde el pitido inicial. El Royal Antwerp tuvo algún tímido acercamiento en los primeros compases, pero los de Xavi impusieron rápidamente su dominio. El balón corría, el Barça fluía y el talento florecía una vez el equipo pisaba área rival.
El guion no cambió tras pasar por vestuario. Continuó el dinamismo, la velocidad en la circulación y la pegada. Con el cuarto gol, obra de Gavi, comenzaron los olés de la afición. El partido acogió a 40.000 espectadores, y el calor y ánimo que transmiten comienzan a hacer del Lluís Companys un estadio mucho más cercano.
João Félix, antes de ser sustituido, puso el quinto con un remate de cabeza tras un gran centro de Raphinha. Lamine entró en su lugar y, con su desparpajo particular, estuvo a punto de convertirse en el jugador más joven de la historia de la Champions. No subió ningún gol más al marcador, pero la ilusión de este equipo empieza a crecer.
