Hace unos años el fútbol se vivía en los estadios, en los diarios deportivos y en tu consola favorita de video, pero en nuestros días, 90 minutos pueden alargarse hasta 3 días por la influencia de las redes sociales.

Hoy, si no subiste una foto de tu comida cuando saliste a comer, una foto posando en el espejo del gimnasio cuando hiciste tu rutina, una serie de historias del concierto al que asististe, o una foto con tu pareja para dar legalidad de su existencia, parecería que simplemente no tienes vida. 

Permítanme reconocer, queridos lectores, que yo soy parte de ese mal. Cuando veo un partido del Barça, estoy consultando Twitter constantemente para avalar si la gente está pensando lo mismo que yo en ese momento, para incrementar la euforia, o para encontrar palabras de ánimo cuando la cosa no pinta bien. 

Ahora, el problema grave comienza cuando la gente se cree todo lo que lee en redes sociales, porque eso sí, expertos, técnicos preparados, especialistas, reporteros, analistas, y gente que siempre tiene la razón, sobra.

El caso Negreira es un partido que se juega cada fin de semana ya no solo en La Liga, sino en todo el mundo. Todos queremos que el tema se aclare, pero lo que es una realidad es que un 95% de las personas afirma algo que leyó en algún lado, aunque la información no esté contrastada, solo un 5% trata de contrastar la información para hacerse de un punto de vista propio y objetivo. 

Es increíble que en nuestros tiempos, los canales de YouTube del Barça son los que se preocupan por contrastar la información o tener invitados expertos en el tema para poder permitir que los aficionados nos hagamos de nuestro propio punto de vista. Los tiempos han cambiado, el periodismo también.

En conclusión, el fútbol también se juega en las redes. Es una oportunidad para vivir nuestra pasión minuto a minuto, pero también es un arma de doble filo. Contrastemos la información, informémonos, porque ahora contamos con esa oportunidad.

Nos leemos en la próxima.

@soyalexluna

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