El valenciano ha vivido constantes giros de escenarios desde su aterrizaje en la Ciudad Condal. La temporada pasada, llegó procedente del Manchester City a cambio de 55 millones de euros, cosa que ya le situaba como pieza capital en la nueva reestructuración culé. El precio del traspaso, en un momento delicado del club, centralizaría todas las miradas en su persona, otorgándole una presión y expectativas desmesuradas.

Actualmente, el deporte vive en una época sin memoria, de inmediatez constante y en la cual los aficionados marcan unas pautas y directrices muy difíciles de conseguir en un tiempo récord. La adaptación a una nueva ciudad, compañeros, club y mecanismos parecen ser un motivo más para atraer las críticas de una afición maltrecha psicológicamente durante los últimos años. Los highlights de goles espectaculares, caños asombrosos, regates propios de futsal o pachangas callejeras han provocado un daño palpable en los jugadores distintos. Aquellos a los que su método de juego los lleva por un camino distinto al resto debido a unas cifras que no se asemejan a la aportación dentro del campo.

Ferran es uno de estos ‘bichos raros’. Rehúye del foco mediático, del protagonismo y de llenar portadas. Por asemejarlo al periodismo, el español es el cuerpo de la noticia, donde se inicia y finaliza todo, y no el excéntrico y centralista titular. Futbolistas como él, están condenados a pagar un caro peaje, obligados a responder con el doble de méritos única y exclusivamente por tener un fútbol más inteligente que visual. Para entenderle a él, primero hay que entender su juego. Torres puede jugar en los tres frentes del ataque de forma natural sin necesidad de variar sus características dentro del verde. Puede que no sea el futbolista más brillante, vistoso o divertido de ver, pero siempre deja inputs positivos en el colectivo, que le convierten en el extremo perfecto en el sistema de Xavi.

Desmarques de ruptura en profundidad, intercambios posicionales con el 9, caídas que permiten superioridades o recepciones abiertas que abren distintas posibilidades a encarar o efectuar la famosa diagonal del interior hacia la línea de fondo. Si de algo estamos seguros las personas que semana tras semana seguimos los partidos del conjunto blaugrana, es que Ferran no aparecerá como protagonista en la recopilación de los mejores momentos del encuentro, sino que su actuación pasa por ser el encargado de producirlas a partir de su posición. El foco nunca lo apunta, tampoco lo busca. En infinidad de ocasiones, el balón tienta al espectador, cámaras y aficionados a fijarse siempre en él y seguir su historia durante los 90 minutos, dejando sin importancia a la otra mitad del espectáculo: lo que se desarrolla sin ella. En el fútbol tan importante es la primera como la segunda. Sin movimientos de ‘ida y vuelta’, sin fijaciones, sin rupturas lejos de la acción principal, con casi total seguridad todas las jugadas morirían en su fabricación. Y Ferran es un jugador con habilidades fantasmas, experto en hacer que sucedan cosas, pasando desapercibido para el ojo de la mayoría. La manera de expresar e interpretar su juego es simple a la vez que complicada. Tal y como dijo un maestro, hacer un fútbol sencillo es la cosa más complicada que hay.

Inteligencia y fe al servicio del equipo. Tocará esperar para ver hacia donde se desenvuelve el joven atacante culé. A sus 22 años, es un jugador en crecimiento, que está aún por quitarle las telarañas a habilidades que le permitan crecer y cimentar un nivel superior que le sitúen en un escalón de primerísimo nivel. El reto del valenciano es aumentar la efectividad con lo que mira portería, para así inflar sus estadísticas. Sea como fuere, contar con una pieza que suma acciones de tanto valor y que permite estructurar ataques sin necesidad de tocar la pelota y abrir puertas que se creían cerradas, es una luz para un equipo que en el último tercio todavía se le hace de noche. Mientras el fútbol siga siendo un deporte de espacios, una batalla estratégica constante para conseguir una dominancia territorial, los ‘bichos raros’ continuarán siendo ese actor secundario que te permite generar ventajas para que los protagonistas consigan brillar.

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