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El infierno de San Sebastián volvió a acongojar al Barça. Tuvo el partido en sus manos el conjunto azulgrana y lo volvió a dejar escapar, en un partido de gran dificultad donde la Real apretó, superó en largos tramos al Barça y mereció el resultado.

Se volvió a presenciar un nuevo inicio convulso de un partido en el que el Barça salió a tantear al rival mientras la Real salía desperezada y con una grandísima intensidad en la presión.
10 minutos de vértigo en la primera mitad que culminaron con un más que riguroso penalti señalado a favor de la Real por el colegiado Alberola Rojas por un leve agarrón de Piqué sobre Diego Llorente al lanzamiento de un córner.

Mikel Oyarzabal, que volvió a hacer un partido extraordinario, convertía el 1-0 para su equipo desde los 11 metros. Intentó reaccionar el Barça con un par de arreones a la contra pero el dominio de la Real fue tan sumamente notorio que los 30 minutos fueron un baño de realidad para los de Valverde, ofuscados y mermados en su inactividad en la presión y en intensidad.
Piqué, liderando el cotarro, tuvo que salvar los muebles en más de una ocasión con grandes acciones defensivas para evitar el segundo de los “txuriurdin” que pudiera sentenciar el partido.

El Barça, en una internada esperanzadora al contraataque propiciada por un desajuste en la defensa local convertía el 1-1 tras una gran carrera de Luis Suárez, que asistía al ex-donostiarra Antoine Griezmann para empatar el encuentro a pocos minutos del descanso.
Consiguió el Barça de esta manera sofocar la efervescencia de la Real en los últimos 10 minutos de la primera mitad para irse con una mejor cara al descanso.

Al comienzo de la segunda mitad, con las pilas renovadas, y tras un placentero balón de Busquets a la espalda de la defensa “txuriurdin” a los pies de Leo Messi llegaba el 1-2 de Luis Suárez, que definía a placer a pase del astro argentino.
Un gol psicológico, que dejaba a la Real muy tocada anímicamente y parecía augurar una mayor diferencia de resultado favorable a los culés, nada parecido a la realidad que se vería en los próximos minutos.
Supo seguir insistiendo con voluntad propia la Real para castigar al Barça con un centro de Nacho Monreal al área culé, con el que Ter Stegen hizo todo lo que no debía hacer para resolver la jugada: palmeó el balón con poca traza dejándolo a los pies del joven Aleksander Isak, que iba a ser sustituido en breves instantes, para entregar el empate a los locales con un error clamoroso impropio de un jugador como él; un error humano que no se debe echar en cara del guardameta alemán.

El afortunado gol del empate le dio alas a la Real, que volvió a ofrecer su mejor versión y volvió a someter al Barça. Resurgió anímicamente la Real con el aliento de su afición y tuvo en sus manos convertir el 3-2 en un par de ocasiones más.

Minutos más tarde, trató de darle la vuelta al partido Ernesto Valverde con la entrada de Semedo y Aleñá por el recién recuperado de lesión Jordi Alba y por Sergio Busquets, que fue de lo mejor del equipo pero acabó pidiendo a gritos el cambio por el cansancio. Minutos más tarde entraba Arturo Vidal por Rakitic para sacudir el centro del campo, aunque el chileno fue poco participativo en los minutos de los que dispuso.

Tiró de orgullo el conjunto azulgrana en el tramo final del encuentro encerrando por momentos a la Real en su campo pero sin generar demasiado peligro, a excepción de un par de ocasiones claras a manos de Antoine Griezmann y Luis Suárez.

Y cuando el partido parecía acabar en empate, en un saque de esquina a favor del Barça, se produjo la jugada polémica del encuentro: un agarrón claro y notorio de Diego Llorente sobre Gerard Piqué, mucho más evidente que el del central catalán sobre el defensa donostiarra que fue señalado como pena máxima en la primera mitad y que en esta ocasión fue evadido por Alberola Rojas. El colegiado castellano-manchego no quiso ver un penalti clamoroso sobre Piqué y tampoco fue consultado por la sala VAR para revisar la acción.
El eterno doble rasero arbitral que perjudicó una vez más al conjunto azulgrana y que sentenció un partido de grandes magnitudes donde ambos equipos por momentos merecieron ganar.

1 punto con sabor agridulce que sabe a poco para los de Ernesto Valverde, que se centran ahora ya de pleno en el Clásico del miércoles para recibir al Real Madrid en el Camp Nou.

Iker Lloveras

Colaborador

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