Se cierra la primera mitad de la temporada para los de Xavi, con un balance positivo en cifras: veinte partidos disputados, catorce victorias, dos empates y cuatro derrotas. Aún con ello, el balance emocional sí es más irregular; la eliminación de la Champions todavía duele. Ante un respiro necesario para darle toda la atención al Mundial de Qatar, el culé promedio se pregunta; ¿qué es lo que le falta al Barça?

Los ciclos futbolísticos se renuevan constantemente, y Europa no es una excepción. Desde el ‘catenaccio’, pasando por el juego de posición o ideas de juego como el ‘gegenpressing’, las nuevas tendencias cambian y todos los clubes se adaptan a ello. Aunque en ocasiones, algunos se quedan a medias.

El ambiente en España es nostálgico, y no por casualidad; en cuestión de años hemos pasado de dominar el fútbol a estar en un plano algo secundario. El fútbol que parecía proponer Xavi en un inicio ya no manda, y aunque las palabras en rueda de prensa no lo indiquen así, las actuaciones dentro del campo son la mejor respuesta.

El Fútbol Club Barcelona tiene, como otros muchos clubes, un problema de idea. Y ojo, no porque las ideas de Xavi no sean capaces y efectivas, sino porque el trabajo del club en todas sus ramas no es coherente en el tiempo.

Por un lado, nos queremos actualizar al poderío físico de Europa y sus grandes gigantes, que exhiben y ensalzan atributos llamativos: juventud, velocidad y talento. Pero por otro lado, el aficionado culé también está nostálgico; tiene en Xavi un recuerdo romantizado y le impone la idea de recrearlo.

La plantilla del Barça es ahora mismo, un ‘collage’ desdibujado sin un norte claro. Ni por idea, ni por piezas, ni por los planteamientos vistos en el campo somos capaces de ver algún trazo de continuidad y/o estabilidad. El Barça todavía está por conocerse.

Aunque las mejoras son evidentes, la estabilidad no lo es. El Barça se encuentra en una montaña rusa de emociones; cuando gana todo es perfecto, y cuando pierde todo es catastrófico. Como aficionados, debemos trabajar para entender que la mejor óptica que podemos apropiarnos está en el presente; el renombrado tiki-taka no volverá. Y no porque no seamos capaces de ejecutar un juego de posición, sino porque aquel es un ciclo ya cerrado.

En ese mismo sentido, Xavi y los suyos deben trabajar por conocer y especializar sus armas. En ocasiones, es imposible hacer una lectura del juego sin ver trazas inentendibles. El juego parece arrastrarse hacia dos bandos: en uno el fútbol más propio de las canteras nacionales, véase Pedri, Ferran Torres, Balde o incluso Ansu. En el costado opuesto, se sitúa al prototipo extranjero moderno; Dembélé, Raphinha, Kessié, Koundé o Lewandowski.

Lo mejor que puede hacer el aficionado es entender que no toda mejora entiende de bandos, para poder así trabajar en que los distintos futbolistas de la plantilla se retroalimenten entre sí. Que unos marquen un gol, no supone una derrota para el estilo de otros. El parcialismo reina en el Barça, y éste solo hace daño.

Cabe recordar que, en un plazo de aproximadamente dos años, hemos acogido muchos proyectos nuevos: nueva junta directiva, un entrenador sin experiencia en la élite o una plantilla sumamente renovada, así como el adiós de Messi. El Barça es como un pequeño Frankenstein; quiere correr, pero no sabe ni dónde están sus piernas. La mejor respuesta nos la dará el tiempo. Mientras tanto, pongamos perspectiva.

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