El FC Barcelona estará en la ‘Final-Eight’ en Lisboa. El Bayern será el primer rival a batir para conseguir la Champions más atípica de los últimos años. El Nápoles mostró las carencias de un equipo que, vista la imagen ofrecida hoy, necesita un milagro para estar en semifinales. Los de Setién han sacado adelante el encuentro de un modo”valverdiano”, pragmático y con tramos de muy poco fútbol. Pero a un único partido, y con Messi en el equipo, todo es posible.
Griezmann volvió al once inicial tras su lesión acompañando a Suárez y Messi en la delantera. Ante las bajas por sanción de Vidal y Busquets, eran Sergi Roberto, Rakitic y De Jong los encargados de llevar la manija del partido. Pero el Nápoles no iba a darse por vencido. Gattuso planteó un encuentro incómodo para el Barça en San Paolo y quiso dar guerra desde el primer minuto. Y así fue. No hubo rastro del cuadro culé hasta pasados los primeros 10 minutos. Incapaz de conservar la posesión, el Barcelona dio la sensación de un equipo sin alma, apagado. Como si la clasificación estuviera resuelta. El balón al palo de Mertens despertó al equipo, y en un córner Lenglet cabeceó el cuero a la red.
El gol despertó a los jugadores, fue como una inyección de energia. De Jong fue creciendo y acercó al equipo a la frontal, recordando al futbolista que enamoró a media Europa con la camiseta del Ajax. Messi se fue soltando y dejó un tanto para el recuerdo. Homenajeó a Maradona ante el equipo del “Pelusa” para recordar que es el mejor. A trompicones, sorteó a varios rivales y, tras caer al suelo, puso el 2-0. Anotó otro gran gol minutos después de un gran control con el pecho, pero el VAR anuló el tanto por mano. Sin embargo, el videoarbitraje confirmó un pisotón de Koulibaly al Argentino que dejó a Messi tendido en el suelo. Con una cojera ostensible, dejó lanzar a Suárez, que transformó la pena máxima. Insigne tampoco falló desde los 11 metros para poner el 3-1.
El Nápoles salió de nuevo intenso en la segunda mitad. El Barça no quiso tomar riesgos innecesarios y regaló el balón al cuadro italiano a la espera de robar y salir a la contra. Se dedicó a especular y a esperar replegado en campo propio. Fue un planteamiento poco coherente con el libreto de Setién, que con el paso de los meses se ha ido alejando de su prioridad por el buen juego para abrazar un resultadismo que, al fin y al cabo, es quién manda. Lo único rescatable fue el debut de Monchu. Milik puso el 3-2 que hizo temblar a algún que otro aficionado azulgrana, pero el polaco estaba ligeramente adelantado. Próxima parada: Lisboa. Y qué la suerte nos acompañe.
Adrià Regàs @arq1027
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