Es cierto. El Barça no consiguió un buen resultado frente al Sevilla en el Pizjuán. Empató a cero cuando solamente tenía un margen de dos puntos sobre su perseguidor, el Real Madrid. Ahora ya no depende de sí mismo para alzarse como campeón de la Liga Santander. Pero, ¿de verdad eso significa que no jugara un buen partido o que los jugadores no mostraran una buena actitud?

Muchas veces se dice que el resultado es consecuencia del juego, aunque evidentemente esto no siempre es así. Hay partidos en los que ganas siendo peor que el rival y partidos que pierdes siendo mejor. Por eso es tan importante ser capaz de ver más allá del resultado y analizar fríamente el juego desarrollado por el equipo.

Ante el Leganés el equipo azulgrana ganó por dos goles a cero. Sin embargo, los de Quique Setién aburrieron con un fútbol plano y sin ritmo. Solamente una jugada aislada de Ansu Fati y un destello de Messi desatascaron a un equipo que no fue capaz de generar ocasiones claras de gol ante el último clasificado de la Liga. ¿Se dijo entonces que los jugadores culés no habían mostrado las suficientes ganas? No. Si el resultado es positivo, una parte de la afición azulgrana, aquella que nada aprendió de la época Guardiola, aplaudirá con las orejas.

Volviendo al partido contra el Sevilla, el Barça enfrentaba uno de los rivales más complicados a domicilio, a pesar de jugar sin público en las gradas. De hecho, el conjunto dirigido por Lopetegui va tercero en la clasificación. Así pues, a nadie se le escapa que era un partido de gran dificultad. Aún así, el Barça generó varias ocasiones de gol en la primera mitad, que perfectamente hubieran podido dejar al cuadro azulgrana con ventaja en el marcador llegados al descanso.

No se aprovecharon esas oportunidades y en la segunda mitad el conjunto hispalense fue mucho más rocoso en defensa. Sin embargo, los jugadores del Barça pelearon con todas sus fuerzas buscando el gol de la victoria, sumando efectivos a todos sus ataques hasta meter a Piqué en el área rival. En esa segunda parte el equipo no estuvo fino, pero actitud no faltó. Incluso Leo Messi bajó a recuperar un balón en defensa para tener una última oportunidad de atacar.

Son las trampas del resultadismo, que nos hacen cambiar nuestro análisis de un partido en función del marcador final. Más allá de confundirnos, ese resultadismo puede provocar algo mucho más grave: que no veamos cuál es el verdadero problema que impidió ganar al equipo en el Pizjuán.

 

Alejandro Montesinos @alejandroms1989

Colaborador

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