En un deporte como el fútbol, que premia a aquellos que tienen una relación más estrecha con el gol, hay jugadores que no tienen los focos que se merecen. Su función en el campo es trascendental, pero sus acciones, aunque sean vitales para que el equipo funcione, son menos llamativas que un regate, un cambio de ritmo o un remate a la escuadra. Hay futbolistas que, cuando juegan, dan la sensación de ser irrelevantes, pero es solo eso, una sensación, porque cuando no están el equipo se resiente demasiado. Dijo una vez un tal Johan Cruyff que jugar al fútbol es muy fácil, pero jugar fácil al fútbol es lo más difícil que hay. Y no hay nadie que ejemplifique mejor esta frase que Sergio Busquets. Y será difícil volver a ver alguien así en un terreno de juego. El eterno incomprendido.

Busquets dice adiós al Barça tras 14 temporadas. Dotado de una inteligencia magistral, transformó y revolucionó la posición de pivote en el centro del campo. Su irrupción fue contracultural con el momento que vivía el fútbol, pues parecía imposible juntar tres futbolistas en la medular sin un perfil de un corte más físico. Después de una temporada en tercera división, Guardiola le subió al primer equipo. En un año pasó de jugar en campos de césped artificial a disputar una final de Champions. Junto a Xavi y Iniesta formó el mejor centro del campo de la historia. Juntos, rompieron los estandartes y el fútbol que mostraron fue la sublimación de un estilo de juego que muchos daban por anticuado.

Sergio es quizás el futbolista menos vistoso que he visto en mi vida. No es rápido, no recorre muchos metros, no llega mucho al área rival, no desborda ni tiene gol. Además, con su apariencia liviana ha engañado a todos, enseñando que la cabeza es mucho más importante que el físico. Busquets es un rara avis difícilmente imitable, un jugador hecho para un ecosistema muy concreto.

La presión tras pérdida, la lectura, la colocación para ser un apoyo para sus compañeros, el primer toque para superar presiones o el pase vertical para romper líneas han sido sus máximas virtudes. Unas cualidades que le han permitido esconder sus carencias, sobre todo cuando el equipo le acompañaba. Porque Busi ha sido uno de los grandes perjudicados de la pérdida de identidad paulatina que fue sufriendo el Barça tras la salida de Luis Enrique. Un futbolista como él, que depende excesivamente del contexto, quedó totalmente expuesto cuando el equipo dejó de morder arriba, perdió socios cerca y los repliegues y el ida y vuelta se impusieron al control y la posesión. Arropado, con el equipo junto y empujando arriba Busquets es el mejor. Cuando estas premisas no se producen, Sergio es uno más.

El de Badia, como la mayoría de leyendas recientes del club, ha visto empañado su legado por salir en las fotos de las debacles europeas que ha ido encadenando el Barça año tras año. Ser un futbolista tallado para un fútbol tan particular ha hecho verle las costuras en Champions cuando el Barça era un juguete roto. Sufriendo a su espalda, perdido y corriendo cuando su fútbol brilla con la calma. Con los cuatro centrocampistas de Xavi le hemos visto su mejor versión en mucho tiempo, pues ha gozado de un abrigo colectivo que lo ha potenciado, e irse con un título de Liga bajo el brazo, el noveno de su carrera, es un broche más que correcto para cerrar un ciclo.

Es duro ver como el último integrante del once inicial de la final de Champions de 2011 se marcha, pero pienso que una salida es lo mejor para todos. No porque aún no pueda rendir, sino porque las etapas tienen que cerrarse. Y creo que es el momento ideal.

Como está claro que como Busquets no habrá otro, encontrar un reemplazo de sus características es una utopía. Con un Frenkie al que le faltan conceptos defensivos para ocupar la posición de mediocentro único y el cuadrado implementado por Xavi ha funcionado, yo optaría por mantener este sistema y traer a un jugador que permita a De Jong soltarse más y que las tareas de robo, equilibrio y orden recaigan en este fichaje.

Lo que es evidente es que el Barça perderá la visión de juego, la inteligencia y finura del mejor pivote de la historia del club, y quizás del fútbol. El juego será peor, las posesiones se atascarán más veces y ese pase vertical, esa capacidad para encontrar al hombre libre que solo tiene Sergio ahora no existirá. Habrá que ver como evoluciona el equipo, porque el vacío que dejará su ausencia no se podrá tapar fácilmente. Jugar fácil será más difícil que nunca.

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