El Barça continúa andando firme y derecho por la senda de la victoria en la competición doméstica. Con el triunfo cosechado en San Mamés, los blaugranas mantienen los nueve puntos de ventaja sobre el segundo clasificado, el Real Madrid, y ya vislumbran en el horizonte el tan ansiado título de Liga. Los números de los de Xavi son de matrícula de honor: suman 65 de los 75 puntos posibles. Pero, aun así, el juego del equipo con balón sigue dejando muchas dudas. 

Centrándonos primero en los aspectos positivos del equipo, es innegable que hay que elogiar, y mucho, al técnico de Terrassa por haber logrado crear un grupo que se deja la piel en el campo y lucha hasta el último segundo para lograr la victoria. Xavi ha moldeado al equipo para que sepa sufrir, aguantar el resultado, y se sienta cómodo protegiéndose dentro de su área propia. El ejercicio defensivo que cuajaron los jugadores culés en el Bernabéu o en San Mamés es el reflejo más puro de esta garra y pasión que transmite el equipo cuando está sobre el césped. Los jugadores luchan y mueren por este escudo y esta camiseta, y eso el aficionado blaugrana lo sabe y lo aprecia. 

En cualquier otro club del mundo, todas las incógnitas sobre el cómo se despejarían a base de resultados; pero esto es el Barça. Xavi conoce la institución como el que más, y sabe de primera mano que aquí no vale solo con ganar. El equipo debe jugar bien, y, con Pedri fuera de combate por lesión, el nivel colectivo mostrado con balón ha mermado considerablemente. La ausencia del canario ha obligado al míster a jugar con Kessie y De Jong como interiores, jugadores que, cada uno desde su registro, no han logrado aportar el nivel que se le presupone a un mediocampista del Barça con la pelota. 

Sin Pedri, el Barça ha perdido a ese jugador que aporta la pausa necesaria para poder generar ventajas y, sobre todo, aprovecharlas. El objetivo de tener el balón es dominar rival, someterlo, romper su esquema defensivo con esa última pasada precisa. En los dos partidos más recientes, frente a la incapacidad de los interiores de ser los que aportaran ese pase decisivo en zona ofensiva, ha tenido que ser Busquets el que ha servido las dos últimas asistencias, ambas a Raphina. 

Parte de responsabilidad recae sobre los hombros de un Frenkie de Jong que, alejado de su contexto idóneo de los cuatro centrocampistas, completó un partido más bien pobre ante el Athletic. El neerlandés fue, en muchas ocasiones, incapaz de encontrar dónde estaba la superioridad y no sacó a relucir sus tan alabadas conducciones para romper líneas. Y es que no se le puede pedir a Frenkie que haga de Pedri, porque son jugadores muy diferentes, pero sí que se le debe de exigir un paso más con balón en ausencia del canario, teniendo en cuenta que ya es uno de los pesos pesados del vestuario.

Por suerte para todos los culés, Pedri y su exquisito tempo volverán a los terrenos de juego, en principio, este próximo domingo en el clásico del Camp Nou. Su ausencia, pero, tiene que haber servido para que, tanto en el staff como en la secretaria técnica, se hayan dado cuenta de cómo necesita el Barça a un interior de garantías para la próxima temporada.

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