Las primeras canastas de Vlado Lucic presagiaban lo que sería el destino del Barça en la segunda entrega del Play-off. El equipo local concedía facilidades en defensa y se atascaba en lo ofensivo entregado al tiro exterior de Abrines y a la inspiración de Laprovittola que maquillaron otro mal primer cuarto de los de Saras.

Y si en el segundo cuarto del martes el Barça resurgió, no fue así el jueves y, al contrario, aceleró su caída acrecentando defectos (excesiva pasividad defensiva) y sin virtud conocida. La prueba de Exum como base fue fallida y Thomas bombardeó el aro culé con facilidad.

Nada encontraba Saras en el banquillo y nada había para un Barça desconcertante y perdido en la oscuridad que solo se iluminaba tenuemente con chispazos como el de la última canasta al descanso de Calathes. 35-48 al descanso.

En la reanudación el Barça mejoró su tono defensivo y de a poco iba recortando la distancia bávara que tenía en Deshaun Thomas el guía hacia la igualada. Kuric acercaba al Barça y el Palau creía en que pudiera ser posible cuando Mirotic aparecía. Un triple agónico visitante ponía el +9 al final del tercer cuarto pero el Barça estaba compitiendo mucho mejor.

El Barça no supo manejar sus prisas en el último cuarto y se diluyó en un desconcierto que puso franca la victoria a su rival que nuevamente de la mano de Deshaun Thomas y que con la triple falta que hizo efectiva Nick Weiler-baabdejó la puntilla clavada para unos culés a los que ni el esfuerzo ni un Palau entregado a la causa fueron suficientes.

Para coger vuelo a Belgrado, el Barça hará escala en Múnich. Ganar o ganar. Sin más.

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