Puñetero 2020. Puta droga. Miserables sean los aprovechados, chupócteros y demás vividores a costa de personas débiles o confusas por las circunstancias. De todos modos debemos reconocer que él único responsable de sus éxitos y fracasos es uno mismo.
Parece que últimamente se nos va el mundo que conocíamos. A velocidad vertiginosa. Estamos en época de cambios y no sé, si lo que vislumbramos nos da la ilusión que en su día nos proporcionaba ese mundo que ayer dejamos un poco más atrás.
En esta ocasión ha sido Diego Armando Maradona, el ilustre que nos deja. No por previsible la noticia desde hace veinte años, por lo menos, debido a la vida llevada por el argentino ha mitigado el shock.
Soy de los que podrá decir con orgullo que vio jugar a Maradona en vivo. Sinceramente han pasado muchos años, yo era un niño por aquel entonces y lo que me quedan son flashes de lo que le vi en directo. Eran los tiempos que los niños situados en general tras la portería, en mi caso la del Gol Sur, nos dejábamos las rodillas para poder estar en primera fila. Los que lo vivieron aquella época saben de lo que hablo. Hoy día a los jóvenes les costará de entender. Llegar una hora y media antes para coger sitio y desde entonces dejarnos las rodillas en aquel gres famoso que separaba el terreno de juego de la grada, con permiso del foso. Adornado con una pequeña valla luciendo unos pinchos asesinos, que te llevabas a casa marcados en el brazo. Todo ese tiempo más la duración del partido, para ver, lo cerca que puede permitir el Camp Nou, a nuestros dioses. Arrodillados ante ellos; como tiene que ser. Suerte la mía que disfrutaba de un abuelo previsor y me traía una pequeña colchoneta apoyacabezas de playa, que hacía las funciones de cojín. Algo que agradecían mis maltrechas rodillas, “peladas” siempre, víctimas de espectaculares palomitas cuando en alguna ocasión, me ponía de portero. Los estadios podían ser la calle, el comedor de mi casa o el de hogar ajeno, con el correspondiente terror de sus dueños. Eran otros tiempos.
En fin… me quedo con esos momentos, ese hombre menudo del que destacaba su peculiar cabellera, unos muslos enormes para su figura, sus toques en el calentamiento…y sobretodo, me quedo con el recuerdo de un jugador veloz que parecía llevar el balón cosido a la bota. Jamás he vuelto a ver algo semejante. Y son años de ver jugadores. Lo que sí tengo en mi mente, como si fuera ayer, fue el día de su presentación con el equipo del Barça. Aquellas presentaciones que ya han quedado atrás también, por no ser procedentes debido al calendario, entre otros motivos. Ahí estuve yo, también en el Gol Sur, pero en esta ocasión con mi padre y en un córner de la primera gradería. Hasta recuerdo que saltó un chiquillo al césped haciendo malabares con un balón suelto, como si fuera el mismo Maradona. A falta de seguridad, el chiquillo se fue sin más, increpado por miembros de la misma directiva. Ciencia ficción hoy día. Tiempos distintos. Tengo también el recuerdo imborrable de la dura entrada de Goikoetxea, quedaba un poco lejos de mi posición, pero me acuerdo de la acción y el ver como si Maradona fuera cayendo a “cámara lenta”, recuerdo esa impresión. Poco más en cuanto a recuerdos en primera persona. La baja por hepatitis del primer año y la del siguiente por la lesión comentada, nos privaron de disfrutar del astro. También comenzaron a sucederse circunstancias extradeportivas, rumores de cosas graves y la sensación, la verdad, que íbamos a verle poco más en Barcelona.
Lo demás ya lo vimos desde la pequeña pantalla. Lo bueno que fue mucho y lo malo que ganó definitivamente el partido.
Nunca he podido dejar de imaginar que hubiera sido, si las cosas no se hubieran torcido. Si Maradona, mira que faltó poco, no hubiera llegado a hasta formar parte del Dream Team… ¿Se imaginan?…Pero no. El maldito entorno de Diego. Ese que le ha acompañado siempre. A alguno se le acabo el “chollo” ayer. Se le ha muerto la gallina de los huevos de oro. Cierto que el 10 ya hacía muchísimos años que no representaba lo que fue, pero la marca seguía generando.
Hacía más de veinte años que las circunstancias se agravaron y comenzó a coquetear ya con la muerte. Como dicen algunos, la dribló, igual que en el terreno de juego. Cada vez que veíamos imágenes de él, entre los sinsentidos de sus actuaciones y su lamentable forma física, uno se preguntaba cómo explicar a un niño que el desecho que veía había sido el mejor jugador del mundo. Ya solo faltó la escena del sillón en lugar de banquillo…
Descanse en Paz Diego y menudo equipazo ahora en el cielo. Helenio Herrera que seguro que será el entrenador, deberá poner todo su ingenio para encajar en el equipo a Cruyff y Maradona, pero que equipazo como lo consiga… el Mago, el Pelusa y el Flaco juntos…”Casi nada…” En cualquier caso, me quedo en que yo vi a Maradona como 10 del Barça.
David Guillén
Colaborador
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