Tres partidos oficiales de la era Koeman han bastado para verter al fondo del baúl de los recuerdos a Quique Setién. Nos parece hasta mentira que haya pasado por el Barcelona y no hace ni dos meses de su último partido. Hemos borrado de nuestra mente, el bochornoso espectáculo contra el Bayern, la eliminación de la Copa, el equipo diluyéndose en Liga… La triste imagen de un pasmarote tristón y un alterado tras él, al que los jugadores ni miraban. El día y la noche. Ni uno, ni el otro que parecía intuir su breve paso por el banquillo azulgrana y quería hacerse propaganda a costa nuestra, para lo que pudiera venir. Nos parece ya, una nebulosa, como la película de un domingo a la hora de la siesta, cuando no sabes si estás en un sueño, o es el bodrio que suelen poner a esa hora por televisión.

Este es un error que no me cansaré de repetir. La famosa frase: “El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”, atribuida a tantos hombres ilustres, como pasa con tantas frases grandes, como aquella de “sí viene la inspiración que me pille trabajando”…, nos viene aquí como el VAR a algunos equipos. El club que olvida su historia está condenado a repetirla. Y lo digo por lo fácil que olvidamos, lo pronto que encumbramos a quien aún no ha demostrado nada y la poca resistencia que oponemos, sobretodo cuando flotan ciertos apellidos en el ambiente, a que nos embauquen. Ya lo decía Laporta, aunque no sé si con razón en aquel momento.

La llegada de Setién se fue fraguando desde un año antes. Se quería prescindir de Ernesto Valverde y el club iba dando tumbos. Cierta prensa, además, lo ponía por las nubes: que si juego de ataque, que si admirador de Cruyff, que sí Busquets le regaló una camiseta, charlando los dos amigablemente, antes de salir a jugar… Era momento de ir contra Valverde. Esas eran las únicas credenciales del cántabro. ¿Qué méritos aportaba para merecer la primera silla del banquillo azulgrana? Pues ya se las cuento yo: No negamos que fue muy buen futbolista. Ahora, su trayectoria como entrenador, en veinte años, se reduce a: Racing de Santander (36 partidos), Poli Ejido (13 partidos), Selección Ecuatoguineana (1 partido), Logroñés (1 partido), Lugo, donde más tiempo estuvo (258 partidos), Las Palmas (78 partidos) y Betis (94 partidos). No ganó nada de importancia. ¿Es un currículum para un entrenador del Barcelona?, aún podríamos aceptar si hubiera salido de la casa y la conociera, pero no era el caso.

La historia de Setién, es calcada a la de Juanma Lillo, aunque por suerte, éste no recaló, hace unos años, en el Camp Nou. Mismos argumentos, que si admirador de Cruyff, luego de Guardiola… poco más. También admiraba yo a Pavarotti y no canto ni en la ducha. Aparte de ser ahora, segundo del mismo Guardiola y antes de Sampaoli en el Sevilla y de no haber sido jugador profesional, comenzó a entrenar en el año 86 al Tolosa. Ha seguido  su carrera, año aquí, año allá, en equipos de segunda fila y solo destacando algo, su paso por Salamanca, Oviedo, Tenerife, Zaragoza o Real Sociedad, sin aportar nada de interés como para merecer el birrete de entrenador del Barça.

Por último entre algún que otro ocasional como puede ser en su momento Paco Jémez u Óscar García (por lo menos este es de la casa), hay uno que me preocupa particularmente, porque siempre ronda por el entorno culé. Y por muchos motivos. Se trata de Jordi Cruyff. Profesamos agradecimiento y hemos admirado a su padre. Debemos recordar también que como entrenador, es indiscutible lo que aportó, pero no lo es menos, lo que se llegó a perder, disfrutando de la plantilla que teníamos. Pero en cualquier caso, Jordi no es su padre. Ya fue uno de los motivos de peso que provocaron el cese de Johann en su momento. Jordi no era futbolista para el Barça. Su trayectoria después, solo hay que valorarla con objetividad. No dejó nada de mérito en ninguno de los equipos donde estuvo. Y de primera línea solo el Manchester United, que además lo cedió poco tiempo después.  Y aquí que suena, una y otra vez para director deportivo. ¿Qué ha demostrado?.

Conste que la trayectoria como jugador la obvio porque tenemos el caso de Monchi. Quizá el mejor director deportivo de la actualidad, que en su momento fue el peor de los futbolistas. El hazme reír de muchos periodistas. Y mírale ahora. Descubriendo desde hace muchos años, jugadores que llegan al Sevilla por casi nada, le hacen ganar títulos en dos temporadas y entonces vienen los “grandes”, pagan el gusto y las ganas por ellos, y Monchi con dinero en las manos, para seguir inviertiendo sábiamente. Eso es un director deportivo. Pero a lo que íbamos ¿qué méritos presenta Jordi, además del apellido? Pues como director deportivo dos años en la Liga Chipriota y cinco en la de Israel. Vamos competitivas donde las haya. Y como entrenador 57 partidos en el Maccabi Tel Aviv de Israel y 46 en el Chongquing Lifán de China. Un paso fantasmagórico por la selección de Ecuador, en la que no ha llegado ni a debutar y ahora de nuevo en la liga china. Juzguen ustedes mismos si semejante trayectoria es digna del Barcelona. ¿No les llama la atención que ningún club de renombre le haya fichado en todo este tiempo?

El fracaso de Setién no es una casualidad. Es en primer lugar una nefasta gestión de la directiva. Una dirección técnica sin rumbo alguno, muchos efectivos, pero lamentables resultados. Ahora bien, lo peor es que cada vez que salga uno de estos nombres a la palestra, amplificados por los altavoces de parte de la prensa, nos dejemos convencer una y otra vez. No se dejen engañar cuando escuchen ciertos nombres. El resultado ya lo han visto.

Tomen nota los que vayan a tomar las riendas del club, tras las próximas elecciones. No podemos permitir, entre otras muchas cosas que se repita un caso Setién en un futuro. Ni un caso Abidal, por mucho aprecio, por diversos motivos que sintamos por el ex defensa. Es un aspecto de los varios que debemos conocer para no repetir. Necesitamos profesionales de primera fila y competentes, no admiradores de estos, ni apellidos ilustres, que si quieren pueden darles un sitio en el club, claro que sí, pero jamás la responsabilidad y trascendencia del puesto de entrenador o director deportivo.

Y ustedes amigos, no se dejen embaucar. Protesten antes. No se despierten tarde como han hecho los de la Moción de Censura, que hubieran sido de enorme utilidad hace tres años, y aparecen ahora, cuando el toro ya estaba apuntillado.

 

David Guillén

Colaborador

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