El deporte siempre se rige por ciertas características en común. Y el fútbol, no es una excepción. La exigencia deportiva que se cierne sobre aquellos que compiten entre ellos para ganar, cada vez exige un rendimiento más grande y a más temprana edad. Ya cada vez entendemos menos de chispazos aleatorios, y la realidad desprende signos de largo plazo. Sencillamente, en ocasiones hacer lo más fácil, es la tarea más difícil.

La búsqueda de atributos ganadores cada vez vale más cara y es más efímera, ya que mantener el nivel exige la excelencia en todos los aspectos. Hay ciertas intangibles que el fútbol cada vez vanagloria más: poderío atlético, complexión genética ideal, gestualidad sin errores y actitud robótica. Entre todo, me quedo con lo que me parece más complejo e importante de encontrar en la actualidad; la confianza.

Todo lo anterior, en un mundial en el que los equipos que más alto han llegado comparten un fútbol criado en la calle: el ‘foot de rue’ francés, el ideal potrero argentino o el todoterreno fútbol marroquí. Las lagunas de confianza en contraposición al estilo de ‘no tener nada que perder’, formado en la calle.

Esa actitud basada en alicientes de ‘underdog’, en la que no competir en herramientas o prestigiosas academias de fútbol se responde con jugadores curtidos en dificultades de calle. De jugar por presión a jugar por honor, como el combinado de Scaloni. La diferencia entre fortaleza mental crea lagunas de confianza hasta en los más grandes. El miedo a caer, fallar a los tuyos o afirmar las críticas, siempre son obstáculos. Y además, se acentúan en formatos de eliminación a corto plazo, como la Champions League.

Hablar de todo lo anterior, nos despierta espejismos del pasado. Y esencialmente, en clave Fútbol Club Barcelona. Renunciar a dominar el fútbol europeo a sufrir en la primera fase de la Copa del Rey, como parece que empieza a ser habitual, es extraño. Y doloroso. Sobre todo, en un mundo en el que se le pretende echar mano a todo con el poder económico, por la vía rápida. Fichar jugadores se encuentra al abasto de cualquiera, pero reunir una fortaleza mental considerable no nace de la noche a la mañana.

En cualquier caso, las competiciones con un formato de K.O. -siendo la Champions League la mejor representación-, se le ponen cuesta arriba al Barça. Los pases que salen y los goles que entran en liga, no lo hacen en Europa. Los rostros que se dibujan en Xavi y los suyos no salen favorecidos en esta dualidad de escenarios. La duda, los fantasmas y la presión cimentan una olla a presión de la que el Barça no es capaz de escapar con vida. Y que otro año más les ha arrastrado a la Europa League.

El Barça, entre muchos otros retos, se encuentra en uno contra la confianza. Toca mirar al pasado, al presente y al futuro, y acordar la dirección a tomar. Olvidar la dicotomía entre éxito y fracaso y saber exigir lo necesario, para mirar a un largo plazo en el que no tengamos solo jugadores, sino también líderes. Es necesario cocinar a fuego lento esa fortaleza mental, hasta en los momentos más duros, para poder mirarnos a un espejo con orgullo.

Para recuperar un Xavi que impere en sus ideas con confianza, para que Ansu vuelva a imprimir miedo en el desborde o que Ferran encuentre más el gol. Para que Pedri y Gavi hagan honor a la frase de ‘la edad es sólo un número’ y sean todo aquello con lo que sueñan. Que Ter Stegen vuelva a dominar el área, para que se desplace el debate de críticas a romper récords.

En otro plano, abandonar el escepticismo con Busquets y Jordi Alba para darles un rol adecuado. Entregar las llaves a aquellos que están destinados a sentar las bases, como Koundé, Araújo o Pablo Torre. Y en global, recuperar las mejores versiones de ellos mismos. Seguir un norte para luchar con todo aquello que el dinero no puede comprar; la confianza.

El fútbol cada vez exige más de sí mismo, y el Barça no debe ser una sombra. La confianza es una de las grandes asignaturas pendientes de un equipo que necesita volver a dibujar lo que es; dominante, eficaz y superior. Es la hora de abandonar debates absurdos y quitarnos baches del camino, para dominar las competiciones, y que ellas no te dominen a ti.

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