Un problema que tenemos los culés y que nos suele costar muy caro, es no reconocer el final de jugadores que han sido nuestros ídolos. Tendemos a querer dilatar su estancia en el club ignorando que somos el F.C. Barcelona. Nuestro equipo debe contar todos los años con los mejores jugadores.

Por desgracia, sin embargo, y ley de esta puñetera vida, el que fue una estrella ayer, hoy se las ve y desea ante jugadores que apenas rozan la veintena. Es así. Y no reconocerlo, cuesta títulos, temporadas perdidas y alguna salida por la puerta trasera, cuando había puerta grande asegurada.

Hoy se ha despedido Luís Suárez (lo hemos podido seguir en directo a través de “El 10 del Barça”), al que hay que darle, ante todo, las gracias. Es un orgullo que haya lucido los colores del Barça, gracias Luís. Gracias por tu entrega siempre, independientemente del acierto o no. Gracias por tus goles. Gracias por tu profesionalidad, tanto dentro como fuera del terreno de juego. Gracias porque pese a ser una estrella no has dado los habituales escándalos extradeportivos. Gracias porque en estos años, casi ni nos enterábamos de tus renovaciones. No estamos acostumbrados a ello.

Lo habitual aquí, por desgracia, es que cuando se acerca la renovación de un jugador importante, comiencen los problemas, las dudas y el temer perder al jugador. Algo que frecuentemente también nos ocurre. Ya no digamos futbolistas que al segundo partido completo que han jugado, ojo completo que no he dicho bueno, ya están amenazando con ofertas y con irse si no se les mejora el contrato. Por no citar a más de un canterano que no ha meado aún, ni una sola vez en el wáter del vestuario del Camp Nou y ya echa pulsos, desafía y exige.

Tú Luis, en estos años no lo has hecho. Ahora mismo, creo que es de los pocos casos que recuerde. Gracias por tus sentimientos hacia el club, has demostrado con todos estos hechos que eran más que sinceros. Tus sentidas lágrimas de hoy, han contagiado hasta a un tipo como yo. Alguien que defiende desde hace tres años que ya no deberías ser del delantero del Barcelona. He sentido pena, por tí, porque es jodido que  se invite a irse, a alguien que quiere estar en un sitio, pena porque el tiempo pasa, rabia porque hay tantos pseudofutbolistas que han pasado por aquí, con mucha pena y ninguna gloria, que no sabían exactamente ni donde estaban, por los que hemos pagado autenticas fortunas y les ha dado lo mismo, marchándose a la francesa igual que vinieron.

Pero hace ya tres temporadas que tu tiempo pasó. Ahí están, entre otros, los números en la Champions. Torneo en que no hemos estado a la altura en estos mismos años. Y al ariete del Barça, se le exige hasta que sea capaz de ganar títulos con sus tantos. No ha sido así. De las últimas tres ligas, dos las salvó Messi con sus individualidades y goles de falta. La última en la que las facultades del capitán ya han ido decayendo también, pues ya sabemos lo que ha ocurrido. Vuestra amistad, que ha podido ser muy buena, en algunos aspectos, también ha sido, al final, perjudicial a nivel de equipo. Conjunto que va a costar recomponer. Por todo ello era necesario tu adiós. Aún así hay quien no entiende tu marcha hoy.

Pero debemos ser fríos. ¿Se imaginan ustedes, salvando todo tipo de diferencias, por ejemplo,  a Ronaldinho, un par de temporadas más de las que estuvo, en las condiciones de la última? Ha sido un icono, no solo para el Barça, sino para todo el fútbol. Yo creo que nuestro deporte ha cambiado radicalmente para bien, tras el paso del astro brasileño por Barcelona.

Ahora hasta centrales “troncos” de torneo amateur, se han despojado de complejos y salen con el balón jugado e intentan driblings imposibles. Pero también a Ronaldinho le llegó su fin. Por desgracia más pronto de lo esperado, por los motivos que fueran, en aquella ocasión, supimos gestionarlo. Fue una lástima, pero era lo mejor para el club y para un Messi que recién sacaba la cabeza.

Si hubiera estado más tiempo, la salida hubiera acabado siendo de malas formas, indigna para alguien que cambió la idiosincrasia del club, además de costarnos títulos y disgustos. Aunque aún así, hubiera quien no lo aceptase y lo criticara. Como hoy. Pero señores, ahí están los resultados. En el caso del uruguayo, le ha ocurrido como a su grupo de jugadores conocidos  “vacas sagradas”. Han sido lo máximo para nosotros y nos cuesta reconocer que ya no lo son (el caso es que varios de ellos siguen y no están a mejor nivel que el que partía hoy). Y tienen la prueba. Si no fuera así, no habría pasado, entre otros problemas de juego y resultados,  lo de Roma. Y si lo de dicho partido hubiera sido un accidente, no hubiera llegado lo de Liverpool.

Y si… lo de Roma y Liverpool hubiera sido fortuito no habría tenido lugar el desengaño de la Final de la Copa del Rey contra el Valencia. Y si todo ello hubiera sido una casualidad, no se habría llegado a lo de la Liga de este año, ni a la eliminación de Copa del Rey ni, desde luego, a la derrota más vergonzosa que recordamos. Y si todo esto  hubiera sido por… mejor lo dejamos aquí, porque da miedo pensar que puede ser peor que lo de Lisboa.

Por eso es una lástima, pero hace ya horas que era hora de decir adiós. Suárez se hubiera marchado como un auténtico ídolo, ahorrándose varias fotos que a nadie le gusta ver, y mucho menos aparecer.

Otra historia  y que dará para otro artículo es el regalo que le hemos hecho al Atlético de Madrid. Papá Noel ha pasado por adelantado (iba a decir por el Manzanares), por el Wanda Metropolitano.

David Guillén

Colaborador

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