La autocomplacencia nunca es buena en un vestuario, jamás puede llegar a buen puerto. Si no se respeta una jerarquía dentro de un club, las cosas no funcionan como deben. Los jugadores son empleados del club y como tal, deben respetar unas normas establecidas dentro de él.
Si se les permite realizar determinadas tareas extradeportivas, esto puede desencadenar en una espiral muy peligrosa que puede no tener fin. Si no hay un orden establecido que se respete a raja tabla corres el riesgo de que todo se te vaya de las manos, porque a hacer lo que uno quiere cuando quiere uno se acostumbra con cierta facilidad.
Me refiero de manera específica al caso de Gerard Piqué. El central catalán lleva más de una década ininterrumpida en el primer equipo del Barça. Ha cosechado grandes temporadas y siempre ha demostrado estar muy centrado en su profesión, pero desde hace unas temporadas se ha visto que su rendimiento no es el de antaño.
Obviamente, los años pasan para todos, y cuanto mayor te haces más debes cuidarte física y mentalmente, porque el cuerpo no actúa de manera tan eficiente como lo hace antes de superar la treintena.
Piqué lleva unas temporadas sin estar centrado al 100% en su profesión, con la cabeza metida en negocios varios que le ocupan mentalmente. Es cierto que si rindes en el campo de manera impecable nadie debe poner en duda lo que hagas fuera del verde, pero puedes corres el riesgo de que cuando no lo hagas tanto aficionados como prensa te lo recriminen.
Había un jugador en la época del Dream Team, un tal Romario Da Souza, que como buen brasileño disfrutaba tanto desenvolviéndose en el campo como fuera de él. El “crack” carioca muchas veces llegaba a los entrenamientos de resaca, la noche antes de los partidos muchas veces se desentendía de la dinámica de grupo, pero finalmente siempre llegaba a los partidos, hacía varios goles y nadie se acordaba de su vida íntima.
Ahí está la cuestión: si rindes en el campo no habrá problema alguno, sino lo haces sabes que van a invadir tu intimidad y tu vida privada.
En cuanto a la presidencia del club, veo a Gerard en un futuro no muy lejano. Todo dependerá de él, ha demostrado tener talante y personalidad para defender al club, aunque a veces pueda perder las formas en sus declaraciones.
Lo cierto es que dedicarse al mundo de los negocios fuera de su profesión como futbolista en activo no le ayudaría de cara al apoyo de los socios para una hipotética presidencia a los mandos del Fútbol Club Barcelona.
Omar Corujo @omar_unetenet
Colaborador
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