Por: Lázaro Candal

Sin duda alguna, Michael Robinson, que grande eres hermano del alma, porque eres un hermano de esta vida en la que a todos nos encierra este deporte llamado fútbol. Y que tanto tú lo has honrado, dignificado y agrandado. Como futbolista, como comentarista deportivo y como persona. Un ejemplo de ejemplos. Ahora nos destrozas con tu penosa pero valiente frase. Nos dejaste temblando, nos dejaste heridos. Sobre todo por lo que representas como modelo de personaje, único e inigualable dentro de la historia de este medio en el que tanto nos integramos aquellos que lo elegimos como modelo lindo, único y maravilloso, tanto que hasta de él estamos viviendo. Qué maravilla.

Si, tal como tú dices, que es tan grave, pero que sin embargo, vas a luchar y por tanto no te vas a entregar, allá hasta donde Dios te pueda premiar, lucha, lucha y no cedas hermano, porque todos los que tanto te queremos y admiramos estamos contigo y, por mi parte, seguiré rezando, porque creo mucho en la oración, pues tengo una hermosa experiencia por otros hermanos a los que también pude ayudar. Y tú, querido Robinson, te mereces eso y mucho más. Hasta un altar, pues el hermoso mensaje que nos dejaste ahí está, más vivo que nunca, más demostrativo que nunca.

Y así seguirá para que sepas que no estás sólo que todos somos uno mismo, por lo que representas para todos nosotros. Sobre todo por algo demasiado importante. Porque ya Messi me señaló que sí, que no te preocuparas, porque sí, que lo iba a jugar y, por supuesto a ganarlo, pero desde luego que esperaba contar contigo. De antemano te puedo adelantar que sí, que ese partido está ganado. Tú bien sabes que el primero en alegrarse sería el propio Messi.

Artículo en: www.quehicistepapaito.wordpress.com

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