Cuatro partidos. Ganar los cuatro partidos de la Champions le pueden valer al FC Barcelona para salvar una temporada desastrosa. Levantar la “Orejona” sería muy bonito, sobre todo para Leo Messi, que sumaría un título continental más y ya acumularía cinco Ligas de Campeones en su carrera. Sin embargo, el resultadismo no debería tapar las carencias de una plantilla que requiere una reestructuración urgente.
Porque, ahora mismo, el Barça es un club donde reina el desgobierno. La junta directiva se ha encargado de dar poder a un vestuario viciado y repleto de egos que acaba repercutiendo en la planificación de la temporada. Se encargaron de que Valverde mantuviera el puesto tras perder la final de Copa cuando el “Txingurri” estaba más fuera que dentro e incluso presionaron a la dirección deportiva para acometer el fichaje de Neymar. El mismo Piqué declaró que pidieron aplazar los salarios para que el brasileño pudiese venir.
El núcleo duro de la plantilla está formado por jugadores que pasan la treintena y la mayoría de ellos ya han ofrecido su máximo rendimiento. Los años pasan para todos, aunque muchos de estos futbolistas se nieguen a admitirlo. Este curso hemos visto a un Suárez espeso, lento y muy desconectado del juego. Rakitic ha dado buen rendimiento tras el parón por el confinamiento pero sus mejores años ya han pasado. Piqué y Messi siguen a un nivel espectacular, pero ambos están cerca de los 34 y es hora de dar paso a los jóvenes que están llamando a la puerta y hacer limpieza. Porque la nostalgia suele ser un gran enemigo en la planificación. Lo que valía ayer no tiene por qué valer hoy. Las necesidades están por delante de las personas, y los últimos partidos reafirman esta idea. Cuando Riqui Puig pisa el césped se percibe frescura, sangre nueva. Es un futbolista que se salta el guion pastoso que propone el Barça, aporta un dinamismo necesario. Igual sucede con Ansu Fati. Tiene chispa, energía y electricidad.
Pero con un vestuario que no respeta al cuerpo técnico es muy complicado realizar un proyecto serio. El Barcelona tiene una plantilla infantilizada con jugadores que muestran actitudes propias de un niño consentido y malcriado: Rakitic y Messi despreciando a Sarabia en Vigo, el argentino exponiendo que el equipo va mal desde enero (cuando llega Setién), Suárez echándole la culpa al entrenador cuando a Valverde le exculpaban de responsabilidad… Son muchas situaciones que provocan que un servidor pierda toda esperanza de conseguir un título hasta 2021
La directiva está alargando un ciclo acabado. Porque Roma mató el ciclo, pero Anfield lo enterró. Las elecciones del próximo verano se antojan fundamentales para el futuro del club. Veremos qué presidente sale escogido, pero una mala decisión del socio puede asentar al Barça en una mediocridad en la que lleva varios años instalada.
Adrià Regàs @arq1027
Colaborador
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